Nuevamente el Campeonato Mundial de Fórmula 1 tuvo un final cardiaco. Incluso, más cardiaco que el del año pasado, aunque la diferencia entre el campeón y el subcampeón haya vuelto a ser de sólo un punto.
No relataré la carrera, porque para eso mejor se puede uno apañar la crónica de As (Disclaimer: son españoles, así que tienen un poco de tirria con Hamilton). Sólo quiero decir que si el año pasado fue tragedia griega, este fue thriller hollywoodense, con un Lewis Hamilton perdiendo el campeonato a 3 vueltas del final y recuperándolo en la última curva, cuando Massa y Ferrari ya andaban celebrando.
Como subidón de adrenalina y espectáculo estuvo bien, pero como campeonato y viendolo friamente, ha ganado “el menos peor”. Tanto Felipe Massa como Lewis Hamilton son unos inconstantes de lo peor. Igual hacen una obra maestra en una carrera, que la arruinan como el peor de los novatos japoneses en la siguiente.
Bien por Hamilton, que hace historia por ser tan joven y de color, pero no hay que perder de vista que la diferencia fue de un miserable punto, conseguido agónicamente en la última curva de la carrera. También que Kimmi Raikonen se coronó el año pasado con 12 puntos más (110) que los conseguidos por Hamilton ¡y eso que este año había una carrera más!
De lo positivo que deja esta temporada está, como no, la espectacular recuperación de Fernando Alonso en su Renault, ganando dos carreras a pesar de haber empezado el año con una lata de sardinas. También las victorias de dos caras nuevas: Robert Kubica (BMW) y Sebastian Vettl (Toro Rosso). No cabe duda que el relevo generacional se está haciendo sentir a todo lo alto.
Para el próximo año hay muchos cambios en el reglamento, por lo que el panorama puede ser muy diferente. Veremos si, como dijo Ayrton Senna, en el 2009 tendremos un “gran campeón” y no sólo “un campeón”.
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