marzo 25, 2006

Divorcios rápido

Como bien dice mi perfil, soy aspirante a fotógrafo. Me he hecho el propósito de salir siempre con la cámara a ver qué me encuentro.

Esta imagen fue captada el 22 de marzo, en la céntrica calle de Reforma. Mi duda es si no son demasiadas las tiritas con los datos del proveedor del servicio que cuelgan en el aviso. ¿A poco tanta demanda hay para divorcios rápido?

Sí se pudo

“León no está listo para ese tipo de eventos”, “Nadie va a pagar un boleto de 5 mil pesos”, “No es la línea que seguimos en el Instituto Cultural de León”, “¿Lo pospusieron para marzo? Eso me huele a cancelación”, “Habrá una probabilidad de lluvia del 50 por ciento”.

Esas y otras voces que conformaban un coro de malos augurios para el concierto de Plácido Domingo en León quedaron sepultadas anoche ante un paisaje memorable: el Foro del Lago lleno hasta el tope en la velada ofrecida por el tenor español.

Aunque un chubasco bastante copioso arruinó el cierre de la velada y dos más pequeños retrasaron el inicio del concierto una hora, bien valió la pena la espera de años para concretarlo.

No era exageración cuando los organizadores dijeron que se trataba de un acontecimiento histórico. Realmente no había tenido lugar en León ningún espectáculo protagonizado por una figura del calibre de Plácido Domingo. Otro gallo sería si Caruso hubiera pisado alguna vez el Doblado.

La más grande lección que dio el concierto es que León sí está listo para recibir este tipo de espectáculos y que el público acudirá siempre que la oferta sea atractiva, los artistas importantes y sobre todo, tenga todo el tiempo del mundo para enterarse. No sólo Los Tigres del Norte pueden meter más de 5 mil personas a las instalaciones de la Feria.

Posponer el concierto de enero a marzo finalmente hizo mayor bien que mal. De cualquier manera Plácido Domingo no hubiera podido darlo antes de la Feria por su malestar en la traquea y los dos meses adicionales fueron cruciales para la difusión que, de otro modo, hubiera sido muy limitada y apresurada.

Los atrevidos Amigos de la Cultura de León, comandados por Juan Antonio García, David Ramírez Chávez y Gerardo Muñoz demostraron una gran visión y decisión al agarrar el toro por los cuernos y sacar adelante este concierto, le pesara a quien le pesara, pleiteándose con algunas personas y aliándose de manera efectiva con muchas más, tanto en la esfera pública como privada y tanto en Guanajuato como en Sinaloa.

A pocos meses de que comience a funcionar el Centro Cultural Guanajuato, el concierto de anoche ha sido un puntual termómetro del nuevo nivel de espectáculos al que está obligado a ingresar la ciudad.

Obviamente eso no se dará por decreto, sino que implica la participación de todo mundo: de unas autoridades que no deben consentir la escasez de miras ni pasarle tanta tijera a los presupuestos culturales, de organizadores profesionales, de patrocinadores que no estén chiquiteando sus apoyos y de públicos participativos y enterados.

La única deuda que quedó pendiente anoche fue la de una digna ovación de pie para una lucidora Olivia Gorra y para Plácido Domingo, que aguantó el temporal tratando de no defraudar al público. Ya tendremos un teatro de ópera para retribuírsela con todo e intereses si algún día, ojala, regresa.

Shakespeare lo dijo todo
Un prócer político es sacrificado a la hora de la verdad por las mismas personas a las que les dio su confianza y los consideraba como hermanos. No, no es la reciente renuncia de Wintilo Vega como candidato del PRI al Gobierno del Estado, pero es increíble el paralelismo que se puede trazar entre esa situación y “Julio César”, de William Shakespeare.

En la tragedia de Shakespeare, las conspiraciones contra el líder menudean y finalmente se concreta la de su compadre Panchito, perdón, la de ese hombre al que le dicen “¿Tú también, Bruto?” Del magnicidio surge, cíclica y exacta, una nueva fractura y lucha por el poder.

No cabe duda que el bardo inglés ya lo hizo todo y los políticos de todo el mundo, consciente y las más de las veces inconscientemente, se han dedicado a seguirle el guión.

Sería muy interesante que una compañía teatral de por acá emulara a sus pares de todo el mundo que se han dedicado a actualizar el discurso shakespeareano aplicado a sucesos actuales. Ya lo hicieron los británicos de Out of Joint durante el Cervantino pasado, cuando ubicaron a “Macbeth” en la convulsa Africa de Idi Amin.

¿Qué tal un “Julio César” sobre Wintilo Vega y el PRI? Seguro sería algo muy atractivo de ver para todos, claro, excepto para los priístas que quizá lanzarían algunos huevos.

Publicado en AM León, el 25 de marzo de 2006.

Lecciones en los tacos

Hay detrás de las instalaciones de este, su periódico siempre líder, un concurrido puesto de tacos, cuyo menú de este viernes de cuaresma presentaba cinco guisados de vigilia y un par de clásicos de su menú: chamorro de res y deshebrada.

No creo que el sabio señor taquero sea un impío poco observante de las restricciones católicas para esta temporada. A final de cuentas, la vigilia establece el no CONSUMO de carne. Es decir, pone el acento en la parte receptora, no en la proveedora.

Antaño era imposible ver un bistec dorándose en el comal de los taqueros durante los viernes de vigilia. Hoy, parece que han comprendido que son taqueros, no guardianes de la moral.

El taquero de por acá, prudentemente calcula que la mayoría de la gente preferirá guisados de cuaresma (por eso tiene rajas, nopales con camarón, filete y demás), pero no olvida que hay agnósticos o simplemente gente que no quiere comer “nada que haya nadado”. ¡Es increíble la cátedra de democracia que hay en este puesto de tacos!

Un inciso más. ¿Es más virtuoso negarse a entrarle al chamorro teniéndolo en frente o seguir la vigilia cuando no hay carne a la vista? ¡Si hasta nos está obsequiando la oportunidad de ejercitar la templanza!

Todo esto viene a cuento por las recientes posiciones adversas de nuestro alcalde y nuestro delegado de la Secretaría de Educación por el estreno de la película “Secreto en la montaña” (Brockerback Mountain), cuya proyección de buena gana parece que ellos vetarían.

También se ha manifestado en contra el obispo José Guadalupe Martín Rábago, pero hay una gran diferencia entre el prelado y los anteriormente citados funcionarios: él sí tiene como chamba ser una guía moral para una comunidad más o menos homogénea (los católicos).

Los otros, son funcionarios públicos pagados con los impuestos de un grupo más heterogéneo y diverso (los leoneses), por lo que necesaria y obligatoriamente deberían tener una visión más incluyente y democrática.

Deberían aprender de ese puesto de tacos y darle a cada quien la oportunidad de elegir según sus convicciones y no esconder el chamorro para que nadie peque. Les pagamos para que “vendan tacos” (gobiernen, administren escuelas, pongan semáforos), no para ser los guardianes de la moral.

Particularmente alarma la opinión de Serdio y Santos sobre las “conductas desviadas y anormales”. ¿Cómo educador no debería predicar más bien con la tolerancia y la no discriminación? ¿No manda a las escuelas esos paquetes con libros de texto que hablan de las garantías individuales y de lo valioso que es cada ser humano independientemente de su raza, sexo o preferencia sexual?

Es tan trasnochado pensar que una película, una obra de teatro o un programa de televisión puedan “corromper” a una sociedad. Lo que la corrompe es la ignorancia y la intransigencia. El que los gobernantes tengan tan “chaparra” idea del criterio de las personas y quieran “ahorrarles” el trabajo de hacerse su propia opinión.

Ya Hitler y su catálogo de “artes degeneradas” nos enseñaron todo lo que se podía saber acerca de la tiranía del poder sobre las expresiones artísticas. A alcaldes, diputados, gobernadores, senadores, ya sólo les queda saber aprovechar las invaluables oportunidades de guardar silencio.

Y no. Yo no pedí chamorro. Me comí 3 de nopales con camarón y uno de huevo.

Vamos con Plácido
La próxima semana se llega la hora para el concierto de Plácido Domingo en el Foro del Lago. Será la culminación de un camino un tanto tortuoso y que enfrentó en un duro choque dos posiciones opuestas acerca de qué tipo de espectáculos está listo para recibir León.

A todos, hasta a los que estaban en contra, nos conviene que salga bien el evento. Puede ser un pasaporte para más y mejores espectáculos en la ciudad, un aliciente para que empresarios que hasta ahora sólo piensan en el DF, Guadalajara y Monterrey se acuerden del Bajío.

Ciertamente no es un espectáculo muy accesible. Pero veámoslo así: los primeros discos compactos costaban un ojo de la cara y ahora uno hasta los puede grabar en casa. Quien quita y en unos años, León se convierta en tan buena plaza para estos espectáculos que venga un nuevo Plácido Domingo y cante gratis.

Publicado en AM León, el 18 de marzo de 2006.

marzo 10, 2006

Sin pies ni cabeza

Feo caso es que la cultura gane la primera plana de los periódicos a base de polémica, como sucedió hace unos días con el montaje “Sin pies ni cabeza”, presentado dentro del Programa Nacional de Teatro Escolar.

Algunos padres de familia y maestros han mostrado malestar por detalles del espectáculo dirigido por Ybis Arellano y montado por un cuadro de jóvenes actores locales. Lo malo es que ese muy justo y democrático ejercicio de opinión casi es ahora una cruzada contra un programa que tiene su valor.

Las personas que se hayan enterado del tipo de obra de teatro que es “Sin pies ni cabeza” sólo por esta controversia no están viendo la película completa, ni comprenden las implicaciones de que, como ha sugerido el alcalde Ricardo Alaniz y la directora de Educación Ana Celia Reynoso, se cancele el programa de Teatro Escolar.

Decir “Ya no hacemos Teatro Escolar para que nadie se enoje por la obra” es como curar un dolor de cabeza con la decapitación.

Vamos por partes. ¿Usted sabe bien a bien de qué se trata el aludido montaje infantil? La obra escrita por Jaime Chabaud (uno de los más importantes nuevos dramaturgos del país) se ubica en un mundo futurista dominado por un tirano llamado el Señor Cabeza que se mantiene de arrebatarle a sus gobernados la identidad y sus ideas.

Como consecuencia de ello, ya nadie es un hombre o mujer completo y han quedado reducidos a bocas, piernas, manos u orejas, a excepción de Klap, el último ser humano completo y que junto con un par de amigos descabezados emprende una lucha contra el dominio del Señor Cabeza.

Se entiende que este montaje provoque confusión puesto que no es la típica historia para niños melosa, con animalitos y peluches, música de Cri-Cri y moraleja final soltada como letanía escolar. Pero es que ahí está mucho del chiste del Programa Nacional de Teatro Escolar: en promover el nuevo teatro para niños del país.

A todos nos gustaba el Teatro Fantástico de Cachirulo y quizá lo tengamos como el cénit del teatro infantil, pero ¡hello! ¿ya vio a su hijo jugando horas con el Playstation o intercambiando sus tarjetas de Yu-Gi-Oh?

No se les puede hablar a los niños de ahora con el lenguaje y temas de hace 20 ó 30 años. Si queremos hacerles atractivo el sentarse una hora ante un escenario teatral (cosa que muchos de ellos no han hecho en su vida), tenemos que hacerlo con algo que conocen: los cómics, los videojuegos, la tecnología. Esa fue la apuesta de “Sin pies ni cabeza”, porque nuestras abuelitas soñaban con príncipes azules, pero nuestros hijos, creáme, sueñan con ser caballeros galácticos.

A este insensato redactor no le queda claro qué es lo que causa comezón en el espectáculo que se presenta todas las mañanas en el Doblado: ¿Qué aparecen las piernas de una bailarina de Can Can? ¿Qué la última vez que el can-can causó escándalo no fue en 1896? Quien escribe lo recuerda retratado en no pocos dibujos animados de Looney Tunes.

Se habla de violencia, pero en la obra los dos únicos actos violentos que se ven son cuando el héroe le avienta un ladrillo (de hulespuma, claro) a una botarga con forma de patrulla y le pone en la boca una bomba de aspirina al Señor Cabeza, con lo que lo derrota.

Se vale decir que la obra no nos gusta, pero de ahí, a que en base sólo al gusto tomemos una decisión de política cultural, hay mucho trecho. Y muy grave es que nuestro alcalde admita no haber visto el montaje, pero ya pretenda quitarlo.

El Programa Nacional de Teatro Escolar implica no sólo que vayan decenas de miles de niños a un espectáculo al que generalmente no acceden, sino que también significa un aporte a la profesionalización y desarrollo de los teatreros participantes, puesto que reciben tutoría especializada y tienen un fogueo que difícilmente se puede conseguir en provincia, donde son raras las más de 20 funciones de una obra.

Adriana Camarena, directora de desarrollo en las artes del ICL, señaló que ciertamente es difícil que con un solo montaje se pueda atender con exactitud a todo un espectro de público que va de kínder a secundaria, pero la respuesta a eso debería ser platicarlo con los promotores nacionales del Teatro Escolar y vislumbrar una alternativa.

Si esta cabeza está desarreglada, hay que darle una peinadita, no cortarla.

Publicado en AM León, el 4 de marzo de 2006.

marzo 02, 2006

Vientos nuevos

Como decían los escritores de fin de siglo: “Estamos viendo el paso de las cosas que eran a las cosas que van a ser”. Eso se aplica puntualmente a la anunciada salida de Ramiro Osorio del Festival Internacional Cervantino.

A media semana, se hizo público que el promotor cultural y ex diplomático que condujo al FIC los últimos cinco años dejaría el cargo para asumir, a partir del 1 de abril, la dirección del área de Cultura de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), el organismo internacional ligado a la Cumbre Iberoamericana.

Este electoral año de 2006 significaba el fin de encargo de Ramiro Osorio para con el FIC, por lo que la oferta de la SEGIB era, como diría Vito Corleone “una propuesta que a la que no se podía resistir” y más, tomando en cuenta que desde el año pasado Osorio también dirigía el Festival Sevilla entre Culturas.

Como sucede con todo director del FIC, Ramiro Osorio convocaba tanto aplausos como rechiflas. Muchos le reprochaban su reticencia a programar a “grandes estrellas” en el Cervantino y otros lo quisieron lapidar por el manido asunto de ese famoso cartel con un Cervantes “que parecía gay”.

Por sobre todo, recordaremos a Ramiro Osorio por su largo y retorcido colmillo diplomático, con el que afianzó la institucionalidad del FIC y entabló una relación respetuosa y efectiva con organismos y dependencias. El Cervantino está a punto de convertirse en un organismo federal descentralizado y eso es en mucho obra de Osorio.

En lo que respecta a lo artístico, Osorio trató de darle una coherencia a la avalancha de manifestaciones artísticas que inundan Guanajuato cada octubre. Los grandes festivales multidisciplinarios son una especie rara en el panorama mundial, pues se tiende más a la especialización o la programación con líneas temáticas más estrechas.

La opción de Osorio y uno de sus toques de originalidad fue hacer miradas a profundidad cada año a un país y un estado de México diferentes. Si bien, eso nos redituó las aburridas inauguraciones tamaulipeca y yucateca del 2002 y 2005, también nos permitió acercarnos a la solidez de Japón el año pasado y deslumbrarnos con Australia en el 2001.

Aunque no faltará quien hubiera querido más, hubo ciertos rasgos temerarios en la programación artística llevada por Osorio. ¿Qué tal cuando los Tigres del Norte e invitados hicieron un maratón en la Yerbabuena? ¿O cuando el colectivo Nortec convirtió la Alhóndiga en un rave?

Hombre de teatro, no sorprende que Osorio hubiera tenido tan fino olfato para las artes escénicas. Todavía no nos reponemos de la impresión del “Macbeth” de Out of Joint, la “Emilia Galotti”, de Deustches Theater, la dureza de la “Tragedia Endogonidia” de la Sociedad Rafael Sanzio o la genial locura del “¡Ay, Quixote!” de Teatro Malandro.

Otro de los saldos favorables de la gestión de Osorio es la apuesta por los grandes espectáculos de calle, esas descomunales fantasías en Los Pastitos que, aunque ocasionan alguna molestia por taponar la principal entrada de Guanajuato, hacen el prodigio de acercarnos expresiones propias de una inauguración de Juegos Olímpicos.

El relevo en el FIC estará representado por Mini Caire, ex directora del Festival de México en el Centro Histórico (FMCH). Aunque Caire es desconocida por estos lares, algo hay de garantía en su trabajo, puesto que el FMCH es con toda seguridad el segundo mejor festival del país y se pone al “tú por tú” con el Cervantino en cuanto a propuestas.

De cualquier manera, el paso de Caire por el FIC servirá básicamente para sacar la chamba de este año. Tendremos que ver que disponen Calderón, Madrazo o López Obrador (quien llegue primero) para presenciar, ahora sí de lleno, la nueva etapa del Cervantino.

También acá
La renovación también se respira a nivel local. Un modesto anuncio a un cuarto de plana a principios de semana presentó algo que el Instituto Cultural de León no había mostrado en toda la gestión anterior: un programa de trabajo.

Juan Meliá, director del ICL y Adriana Camarena, la flamante nueva directora de Desarrollo en las Artes, están dándole un refresco al perfil de la institución y este miércoles presentarán su primera novedad: el programa Escena Activa. Ya les contaremos.

Publicado en AM León el 25 de febrero de 2006.

¿Qué nombre le ponemos?

No existe un manual de instrucciones para bautizar a los teatros, museos y demás recintos culturales, pero sí se escribiera, la primera regla debería ser: nada de políticos.

Hasta donde se sabe, ningún salón de la residencia oficial de Los Pinos o del Palacio Nacional lleva el nombre de algún artista, entonces ¿Por qué en los campos de batalla del arte y la cultura sí se cuelan los nombres de presidentes y gobernadores?

Es curioso el rating que tienen los juaristas en ese apartado. El principal teatro de Guanajuato lleva el nombre del “Benemérito de las Américas” (al igual que otros siete teatros del país, por lo que original no es), mientras que el Manuel Doblado de León y el Degollado de Guadalajara, llevan los nombres de dos de sus generales.

De los 22 teatros y escenarios guanajuatenses que tiene registrados el Conaculta en su catálogo de infraestructura cultural, sólo tres llevan el nombre de artistas: el Angela Peralta de San Miguel; el Cervantes, de Guanajuato y el María Grever, de León. ¿Tan escasos andamos de próceres artísticos?

Otra de las reglas debería ser no bautizar con un nombre ya muy usado. ¿De verdad necesitábamos otro letrero de “Diego Rivera” en la Casa de la Cultura de León? De lo que se deriva otra norma: no bautices algo que ya es conocido. ¿Quién de ustedes le dice el nombre completo (acuñado en el 2000) a la institución alojada en el antiguo Hotel México de la Plaza Fundadores?

Y si bautizas algo que ya es conocido, machaca el nuevo nombre hasta que se grabe en la mente de todos. Una experiencia exitosa es el Domo de la Feria, del que ya casi no nos acordamos que se llamaba Auditorio Municipal (todo un despropósito, porque de auditorio no tenía nada).

Tampoco deberíamos de ser ingratos. Indudablemente el noble párroco era muy querido, pero ¿por qué la Escuela de Música del municipio se llama “Silvino Robles” en lugar de “José Rodríguez Frausto”? A final de cuentas, éste segundo personaje (fallecido el año pasado), no sólo fundó la citada institución, sino también la Escuela de Música de la Universidad de Guanajuato y su Orquesta Sinfónica. Más aún, el nombre de Silvino Robles ya estaba indisociablemente unido al de otra escuela, esta sí suya, la de Música Sacra.

Todo esto viene al caso ante la inminente apertura del Centro Cultural Guanajuato. Una de las salidas más dignas, a medio camino entre el bautizo político y el artístico, es emplear nombres genéricos, como el que de hecho ya se oficializó para este complejo cultural. Lo malo de esa alternativa, es lo frío e impersonal que suena el asunto.

Con la biblioteca no hay mucho pierde, se puede llamar tranquilamente Biblioteca Central de Guanajuato. Para el caso del Museo, habrá que tomar en cuenta su vocación y perfil (¿arte contemporáneo o bellas artes en general?), pero donde la cosa está más difusa es en el teatro, precisamente el espacio que, sabemos ya, no estará listo en este primer paquete.

Puede parecer excesivo preocuparse por el nombre de un teatro que todavía no existe, pero más vale irnos previniendo y buscar algo de consenso. Podríamos devolverle la ironía a Jorge Ibargüengoitia poniéndole su nombre al teatro más grande de la ciudad que él denominaba Pedrones (por aquello de que decía que ahí “se confunde lo grandote con lo grandioso”.

¿O que tal el nombre de “Efrén Hernández”, uno de nuestros máximos narradores? ¿O el de “Luis Long”, el arquitecto que encaminó a la ciudad al siglo 20? Este último título tiene el beneficio de ser corto y pegajoso. ¿O el de “Fidel Sandoval” el ilustrado sacerdote y académico de la lengua que animó la vida cultural a través de Oasis por varias décadas?

Lo que sea, pero no caer en el error de quienes bautizaron con el nombre de un cacique (“Tomás Garrido Canabal”) al parque tabasqueño embellecido por el toque de Teodoro González de León.

Publicado en AM León el 18 de febrero de 2006.