Desde hace algunas semanas ha sido imposible sustraerse a uno de los temas noticiosos del momento: el tira y afloja en torno a los nuevos impuestos que pretende implementar la Secretaría de Hacienda para tapar el boquete de las finanzas públicas.
Y no, no se equivocó usted de sección y anda en la de Finanzas. En realidad no quisiera discutir acerca de la pertinencia, ventajas o desventajas de los nuevos gravámenes, sino de la manera más divertida, entretenida y gozosa que tenemos los ciudadanos de “desquitarnos” (como diría el infame “Juanito”) de ese dinero que el gobierno se las arregla muy bien para sacarnos de la bolsa.
Ese método es: acudir a los eventos culturales promovidos por las instituciones oficiales.
Claro, es mucho más noble darse cita en una obra de teatro presentada en un espacio independiente, porque estos sobreviven directamente de los recursos que alcanzan a captar del público, pero por otra parte, es más rentable para el ciudadano común y corriente, ir a disfrutar de aquello por lo cual, indirectamente, ya pagó.
Los espacios públicos se sostienen con el dinero de los contribuyentes, así de simple. Ese IVA que paga en la mayoría de las cosas, esa despachada de cuchara grande con la que el SAT se da gusto cuando le cobra el ISPT o el ISR, sirve, entre otras muchísimas cosas, para hacer que museos, bibliotecas y centros culturales estén funcionando.
Así pues, más rápido y disfrutable que pleitearse con la Hacienda es simplemente estar atento a la cartelera cultural y cada vez que aparezca un evento gratuito, apersonarse y disfrutarlo.
Hubo un tiempo que en nuestra ciudad, y es de suponerse que en casi todos lados, evento gratuito sonaba a obra de teatro montada por unos estudiantes medio destanteados; a grupo de ballet de amateurs sin mucho ritmo, a banda de músicos haciendo su intentona, o peor, a espectáculo con moraleja aleccionadora (y aburrida) de alguna dependencia oficial.
Afortunadamente, ya no es así. Nomás por poner un ejemplo, Fernando de la Mora, un cantante que igual actuaría en el Met de Nueva York o la Scala de Milán, va a estar echándose unas rancheras en el Forum por menos de lo que le cuesta subirse a la Oruga: es decir, nada.
El próximo Festival Internacional Cervantino contemplará cinco espectáculos gratuitos en nuestra ciudad, incluyendo a la Opera de Bellas Artes cantando “Carmina Burana”, a una de las jóvenes figuras del jazz canadiense (Susie Arioli), un electrizante conjunto de tango y hasta el sabor cubano del Son del Nene.
Y no es necesario esperarse a los grandes eventos. La mayoría de las galerías de exposición de la ciudad son gratuitas y las que no (como el Museo de Arte e Historia o la Jesús Gallardo), tienen entrada libre los domingos y créame que hay cosas muy dignas de ver en ambas.
Con su asistencia a los eventos culturales solventados por el estado, no sólo está desquitando lo que paga de impuestos, sino también creando audiencia, sumándose a las personas que creen que la cultura es importante y que el gobierno no debería escatimar recursos en promoverla. Le aseguro que entre más acudamos, más oferta tendremos.
Desde luego, esto no es un llamado a pretender que todos los eventos culturales se ofrezcan gratuitamente, eso sería una quimera imposible (y crearía más hoyos en los presupuestos oficiales de cultura), sino simplemente a disfrutar de lo que ya está libremente ahí, esperando nuestra presencia.
Felicidades, Montse
Montserrat Segura, actriz y cómplice de Héctor Castillo al frente del Centro de Artes Escénicas de León, obtuvo esta semana el Premio Municipal de la Juventud “Orgullo Leonés”, en la categoría de actividades artísticas. Enhorabuena.
Alistad la pluma
Nada de quejarse porque la convocatoria salió a destiempo. Dentro de unos días comenzarán a difundirse las bases para los certámenes literarios que organizan el Patronato de la Feria Estatal y el Instituto Cultural de León, a saber, el III Concurso de Ensayo Histórico; el VI Concurso de Cuento Corto y el Tercer Concurso de Poesía Libre.
Publicado en A.M. León el 26 de septiembre de 2009.
septiembre 28, 2009
septiembre 21, 2009
El triunfo de la utopía
En la esquina de Madero y Juan Valle, ahora la vista es dominada por la colosal figura del Templo Expiatorio, que luce a todo su esplendor desde ayer, que se ha inaugurado la Plaza Expiatorio.
Esta plaza y la que aún se pretende frente a la Catedral Basílica, han sido quizá los proyectos más criticados de la administración que dentro de poco dejará de comandar Vicente Guerrero Reynoso. Los detractores ya se han manifestado con suficiente amplitud y con criterios muy respetables, pero ¿sabe qué? Yo no estoy entre ellos.
Viéndolo desde el lado histórico-estético, este es el mayor triunfo de la utopía que haya visto nuestra ciudad. Ni por tiempo, ni por espacio, el Templo Expiatorio podía haber estado ahí.
Cuando los españoles llegaron a estas tierras, nunca le guardaron espacio a un templo fuera del primer cuadro. En ese terreno de la antigua calle Real de Guanajuato, lo que había eran casas, una de las cuales le “cerró el ojo” hace más de 85 años al padre Chávez, que contó con el apoyo de su generosa dueña y donadora, para que comenzara a edificarse un templo diseñado con un estilo que el mundo había dejado de usar más de 500 años atrás.
Y resultó que poco a poco, la obra del Templo fue requiriendo las casas vecinas para hacerse de sitio y continuar su lento camino hacia las alturas. Esa fue la vocación del recinto durante la vida del padre Chávez y es curioso que se haya mantenido hasta ahora para hacerse del hueco para construir la plaza.
La verdad es que León no es la primera ciudad (ni será la última), que arrasa con una manzana completa para obtener un beneficio intangible, como son los espacios de reunión y convivencias; así como las mejoras a la imagen urbana. Nomás hay que recordar la Macroplaza de Monterrey, hoy emblema indiscutible y orgullo de la capital regia, pero que demandó demoler no una manzana, ¡sino 40!
Alguna vez en este mismo espacio lo escribí cuando se agriaron las críticas y menudearon las voces que decían que en lugar de plazas había que tapar los baches: una plaza nos invita a detenernos, a contemplar y a convivir. Una calle sin baches sólo sirve para que nos vayamos más aprisa. Si usted ha ido a Oviedo ¿cuántas fotos tiene de la plaza frente a la Catedral? ¿y cuantas de las calles sin baches de la impoluta capital asturiana?
Querámoslo o no y aunque el purista de la arquitectura que hay en nosotros se retuerza como ostión en limón al pensar en un templo gótico ¡del siglo XX!, el Expiatorio ha trascendido su papel devocional para convertirse en una de las más célebres marcas urbanas de la ciudad, un icono reconocible para nuestros visitantes y una seña de identidad para miles de leoneses.
Para una ciudad a la que le han faltado reglas de crecimiento armónico, que aún no alcanza a proteger lo suficiente a sus edificios históricos, que ha consentido disparates urbanísticos como el Edificio Montes de Oca (era más barato no haber dado esa licencia de construcción hace medio siglo que comprar ahora los despachos); la apertura de una plaza como la del Expiatorio es un significativo acto de desagravio.
A León le hacen falta más espacios de este tipo, no para que sean vistos como trofeos de políticos ni como tributos a determinado credo religioso (una visión harto miope del asunto que debería impedir, por ejemplo, que Alemania y Japón pongan lana para reponer los Budas monumentales destruidos por el talibán en Afganistán), sino porque simple y sencillamente así es como deberían ser las cosas en una ciudad con sentido humano, atenta no sólo a las necesidades directamente materiales, sino también a las sensibles.
Por eso, bienvenida la Plaza Expiatorio.
Manita de gato
A tiempo para su 129° aniversario (que cumplió este 15 de septiembre), el Teatro Manuel Doblado luce desde principios de mes nuevas butacas. Son más cómodas y, sobre todo, ya no hacen ese espantoso chirrido al abrirse, que era especialmente inoportuno al llegar tarde a un recital de música de cámara.
Ahora lo único que falta es que vuelva a funcionar la iluminación arquitectónica del edificio, apagada desde hace más de un año.
Publicado en A.M. León el 19 de septiembre de 2009.
Esta plaza y la que aún se pretende frente a la Catedral Basílica, han sido quizá los proyectos más criticados de la administración que dentro de poco dejará de comandar Vicente Guerrero Reynoso. Los detractores ya se han manifestado con suficiente amplitud y con criterios muy respetables, pero ¿sabe qué? Yo no estoy entre ellos.
Viéndolo desde el lado histórico-estético, este es el mayor triunfo de la utopía que haya visto nuestra ciudad. Ni por tiempo, ni por espacio, el Templo Expiatorio podía haber estado ahí.
Cuando los españoles llegaron a estas tierras, nunca le guardaron espacio a un templo fuera del primer cuadro. En ese terreno de la antigua calle Real de Guanajuato, lo que había eran casas, una de las cuales le “cerró el ojo” hace más de 85 años al padre Chávez, que contó con el apoyo de su generosa dueña y donadora, para que comenzara a edificarse un templo diseñado con un estilo que el mundo había dejado de usar más de 500 años atrás.
Y resultó que poco a poco, la obra del Templo fue requiriendo las casas vecinas para hacerse de sitio y continuar su lento camino hacia las alturas. Esa fue la vocación del recinto durante la vida del padre Chávez y es curioso que se haya mantenido hasta ahora para hacerse del hueco para construir la plaza.
La verdad es que León no es la primera ciudad (ni será la última), que arrasa con una manzana completa para obtener un beneficio intangible, como son los espacios de reunión y convivencias; así como las mejoras a la imagen urbana. Nomás hay que recordar la Macroplaza de Monterrey, hoy emblema indiscutible y orgullo de la capital regia, pero que demandó demoler no una manzana, ¡sino 40!
Alguna vez en este mismo espacio lo escribí cuando se agriaron las críticas y menudearon las voces que decían que en lugar de plazas había que tapar los baches: una plaza nos invita a detenernos, a contemplar y a convivir. Una calle sin baches sólo sirve para que nos vayamos más aprisa. Si usted ha ido a Oviedo ¿cuántas fotos tiene de la plaza frente a la Catedral? ¿y cuantas de las calles sin baches de la impoluta capital asturiana?
Querámoslo o no y aunque el purista de la arquitectura que hay en nosotros se retuerza como ostión en limón al pensar en un templo gótico ¡del siglo XX!, el Expiatorio ha trascendido su papel devocional para convertirse en una de las más célebres marcas urbanas de la ciudad, un icono reconocible para nuestros visitantes y una seña de identidad para miles de leoneses.
Para una ciudad a la que le han faltado reglas de crecimiento armónico, que aún no alcanza a proteger lo suficiente a sus edificios históricos, que ha consentido disparates urbanísticos como el Edificio Montes de Oca (era más barato no haber dado esa licencia de construcción hace medio siglo que comprar ahora los despachos); la apertura de una plaza como la del Expiatorio es un significativo acto de desagravio.
A León le hacen falta más espacios de este tipo, no para que sean vistos como trofeos de políticos ni como tributos a determinado credo religioso (una visión harto miope del asunto que debería impedir, por ejemplo, que Alemania y Japón pongan lana para reponer los Budas monumentales destruidos por el talibán en Afganistán), sino porque simple y sencillamente así es como deberían ser las cosas en una ciudad con sentido humano, atenta no sólo a las necesidades directamente materiales, sino también a las sensibles.
Por eso, bienvenida la Plaza Expiatorio.
Manita de gato
A tiempo para su 129° aniversario (que cumplió este 15 de septiembre), el Teatro Manuel Doblado luce desde principios de mes nuevas butacas. Son más cómodas y, sobre todo, ya no hacen ese espantoso chirrido al abrirse, que era especialmente inoportuno al llegar tarde a un recital de música de cámara.
Ahora lo único que falta es que vuelva a funcionar la iluminación arquitectónica del edificio, apagada desde hace más de un año.
Publicado en A.M. León el 19 de septiembre de 2009.
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Columna,
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septiembre 07, 2009
El despertar de un teatro
El pasado jueves, con el inicio del festival internacional de títeres Festín de Muñecos, se orquestaron dos hechos especialmente notables.
Nacido en Guadalajara hace cuatro años, con el impulso de la compañía Luna Morena, este festival de títeres es la primera vez que sale de la Perla Tapatía y lo hace precisamente hacia nuestra ciudad, con un programa que no por compacto, deja de ser bien armado y atractivo, como lo pudieron testimoniar las cerca de 200 personas, entre niños y adultos, que nos dimos cita para presenciar la función inaugural, a cargo del experimentado Carlos Converso.
Segundo y quizá más significativo para la vida cultural de la ciudad, es esta “resurrección” del Teatro del Seguro Social, que aunque nunca ha dejado de estar activo para eventos de la institución, había dejado de ser destino y convocador para el público en general.
Vala aclarar que este despertar no ha sucedido exclusivamente con el Festín de los Muñecos, sino que se ha fraguado poco a poco desde hace varios meses; con funciones de Jorge Trujillo, el Centro de Artes Escénicas de León o el Laboratorio Teatral El Golem, que previamente estuvieron haciendo “rounds de sombra” con algunos montajes; pero sí es el primer evento “grande” que recibe el García Téllez en muchos años.
La última vez que el Teatro del IMSS estuvo inscrito de lleno en el mapa cultural de la ciudad, fue hace más de cinco años, cuando todavía recibía la mitad del ciclo de Teatro Escolar. Anteriormente, había sido foro en algunas ediciones del Festival Internacional de Arte Contemporáneo y bueno, quizá a muchos de los lectores no les tocó esa etapa, pero fue el único teatro de la ciudad durante los años en que estuvo demolido y en obras el Manuel Doblado, allá por los setentas.
Y realmente no es un mal teatro. Para espectáculos escénicos tiene de hecho mejor óptica que el Grever o el Auditorio Jorge Ibargüengoitia y su capacidad es superior a la de estos. Es el único foro de tamaño medio en la ciudad: no tan grande como el Doblado, ni tan chiquito como los demás. Tiene muchas posibilidades de uso.
Claro. Es algo intimidante que para llegar a él haya que cruzar la reja puesta enfrente de la Unidad T-1 del Seguro Social (que tiempos aquellos cuando se podía disfrutar de la gran explanada del hospital) y estacionarse por la zona no es precisamente fácil o cómodo, pero vale la pena que le demos un voto de confianza a este teatro. Hay que hacerle notar al IMSS que si tienen cosas dignas de ver, acudiremos.
Por lo pronto, puede aprovechar y ver a los dos invitados internacionales del Festín de Muñecos: La Fanfarra, de Cataluña (hoy, a las 16:00 horas) y el Teatro de las Dos Manos, de Canadá (mañana, a las 12:00 y 16:00 horas). Las funciones son gratuitas, por lo que tiene que borrar uno más de la lista de pretextos.
Feliz aniversario
Este lunes, el Forum Cultural Guanajuato y la Biblioteca Central Estatal cumplen su tercer aniversario. No hay que escarbar mucho para evidenciar lo que ambos espacios han significado para la vida cultural de León, la cual han ensanchado espectacularmente desde su apertura.
Aún sin estar concluido al 100 por ciento, el Forum ha logrado hacerse de público (uno distinto y más familiar que el que acude a los foros del centro), mantener una oferta de actividades constante y ser un referente para la ciudad de múltiples formas: desde la locación para programas televisivos, hasta la obligada foto del recuerdo.
Y bueno, también ha sido pretexto para que más de algún político salude con sombrero ajeno. Por ahí circularon anuncios de televisión mostrando a algún líder de partido (que jamás ha sido visto en ningún evento cultural ahí) presumiéndolo como un logro de sus correligionarios.
Estas obras no pueden tener color. No pueden ser botín político de nadie. Son de gente como usted y como yo, que las paga vía impuestos (como somos de ricos que hasta pagamos los impuestos de los diputados). Pero ahí no debe quedar nuestra participación. Ya que las pagamos, pues disfrutémoslas, apersonémonos ahí. No hacerlo es como comprar el mandado y dejar que se pudra en la bolsa.
Publicado en A.M. León el 5 de septiembre de 2009.
Nacido en Guadalajara hace cuatro años, con el impulso de la compañía Luna Morena, este festival de títeres es la primera vez que sale de la Perla Tapatía y lo hace precisamente hacia nuestra ciudad, con un programa que no por compacto, deja de ser bien armado y atractivo, como lo pudieron testimoniar las cerca de 200 personas, entre niños y adultos, que nos dimos cita para presenciar la función inaugural, a cargo del experimentado Carlos Converso.
Segundo y quizá más significativo para la vida cultural de la ciudad, es esta “resurrección” del Teatro del Seguro Social, que aunque nunca ha dejado de estar activo para eventos de la institución, había dejado de ser destino y convocador para el público en general.
Vala aclarar que este despertar no ha sucedido exclusivamente con el Festín de los Muñecos, sino que se ha fraguado poco a poco desde hace varios meses; con funciones de Jorge Trujillo, el Centro de Artes Escénicas de León o el Laboratorio Teatral El Golem, que previamente estuvieron haciendo “rounds de sombra” con algunos montajes; pero sí es el primer evento “grande” que recibe el García Téllez en muchos años.
La última vez que el Teatro del IMSS estuvo inscrito de lleno en el mapa cultural de la ciudad, fue hace más de cinco años, cuando todavía recibía la mitad del ciclo de Teatro Escolar. Anteriormente, había sido foro en algunas ediciones del Festival Internacional de Arte Contemporáneo y bueno, quizá a muchos de los lectores no les tocó esa etapa, pero fue el único teatro de la ciudad durante los años en que estuvo demolido y en obras el Manuel Doblado, allá por los setentas.
Y realmente no es un mal teatro. Para espectáculos escénicos tiene de hecho mejor óptica que el Grever o el Auditorio Jorge Ibargüengoitia y su capacidad es superior a la de estos. Es el único foro de tamaño medio en la ciudad: no tan grande como el Doblado, ni tan chiquito como los demás. Tiene muchas posibilidades de uso.
Claro. Es algo intimidante que para llegar a él haya que cruzar la reja puesta enfrente de la Unidad T-1 del Seguro Social (que tiempos aquellos cuando se podía disfrutar de la gran explanada del hospital) y estacionarse por la zona no es precisamente fácil o cómodo, pero vale la pena que le demos un voto de confianza a este teatro. Hay que hacerle notar al IMSS que si tienen cosas dignas de ver, acudiremos.
Por lo pronto, puede aprovechar y ver a los dos invitados internacionales del Festín de Muñecos: La Fanfarra, de Cataluña (hoy, a las 16:00 horas) y el Teatro de las Dos Manos, de Canadá (mañana, a las 12:00 y 16:00 horas). Las funciones son gratuitas, por lo que tiene que borrar uno más de la lista de pretextos.
Feliz aniversario
Este lunes, el Forum Cultural Guanajuato y la Biblioteca Central Estatal cumplen su tercer aniversario. No hay que escarbar mucho para evidenciar lo que ambos espacios han significado para la vida cultural de León, la cual han ensanchado espectacularmente desde su apertura.
Aún sin estar concluido al 100 por ciento, el Forum ha logrado hacerse de público (uno distinto y más familiar que el que acude a los foros del centro), mantener una oferta de actividades constante y ser un referente para la ciudad de múltiples formas: desde la locación para programas televisivos, hasta la obligada foto del recuerdo.
Y bueno, también ha sido pretexto para que más de algún político salude con sombrero ajeno. Por ahí circularon anuncios de televisión mostrando a algún líder de partido (que jamás ha sido visto en ningún evento cultural ahí) presumiéndolo como un logro de sus correligionarios.
Estas obras no pueden tener color. No pueden ser botín político de nadie. Son de gente como usted y como yo, que las paga vía impuestos (como somos de ricos que hasta pagamos los impuestos de los diputados). Pero ahí no debe quedar nuestra participación. Ya que las pagamos, pues disfrutémoslas, apersonémonos ahí. No hacerlo es como comprar el mandado y dejar que se pudra en la bolsa.
Publicado en A.M. León el 5 de septiembre de 2009.
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