septiembre 21, 2009

El triunfo de la utopía

En la esquina de Madero y Juan Valle, ahora la vista es dominada por la colosal figura del Templo Expiatorio, que luce a todo su esplendor desde ayer, que se ha inaugurado la Plaza Expiatorio.

Esta plaza y la que aún se pretende frente a la Catedral Basílica, han sido quizá los proyectos más criticados de la administración que dentro de poco dejará de comandar Vicente Guerrero Reynoso. Los detractores ya se han manifestado con suficiente amplitud y con criterios muy respetables, pero ¿sabe qué? Yo no estoy entre ellos.

Viéndolo desde el lado histórico-estético, este es el mayor triunfo de la utopía que haya visto nuestra ciudad. Ni por tiempo, ni por espacio, el Templo Expiatorio podía haber estado ahí.

Cuando los españoles llegaron a estas tierras, nunca le guardaron espacio a un templo fuera del primer cuadro. En ese terreno de la antigua calle Real de Guanajuato, lo que había eran casas, una de las cuales le “cerró el ojo” hace más de 85 años al padre Chávez, que contó con el apoyo de su generosa dueña y donadora, para que comenzara a edificarse un templo diseñado con un estilo que el mundo había dejado de usar más de 500 años atrás.

Y resultó que poco a poco, la obra del Templo fue requiriendo las casas vecinas para hacerse de sitio y continuar su lento camino hacia las alturas. Esa fue la vocación del recinto durante la vida del padre Chávez y es curioso que se haya mantenido hasta ahora para hacerse del hueco para construir la plaza.

La verdad es que León no es la primera ciudad (ni será la última), que arrasa con una manzana completa para obtener un beneficio intangible, como son los espacios de reunión y convivencias; así como las mejoras a la imagen urbana. Nomás hay que recordar la Macroplaza de Monterrey, hoy emblema indiscutible y orgullo de la capital regia, pero que demandó demoler no una manzana, ¡sino 40!

Alguna vez en este mismo espacio lo escribí cuando se agriaron las críticas y menudearon las voces que decían que en lugar de plazas había que tapar los baches: una plaza nos invita a detenernos, a contemplar y a convivir. Una calle sin baches sólo sirve para que nos vayamos más aprisa. Si usted ha ido a Oviedo ¿cuántas fotos tiene de la plaza frente a la Catedral? ¿y cuantas de las calles sin baches de la impoluta capital asturiana?

Querámoslo o no y aunque el purista de la arquitectura que hay en nosotros se retuerza como ostión en limón al pensar en un templo gótico ¡del siglo XX!, el Expiatorio ha trascendido su papel devocional para convertirse en una de las más célebres marcas urbanas de la ciudad, un icono reconocible para nuestros visitantes y una seña de identidad para miles de leoneses.

Para una ciudad a la que le han faltado reglas de crecimiento armónico, que aún no alcanza a proteger lo suficiente a sus edificios históricos, que ha consentido disparates urbanísticos como el Edificio Montes de Oca (era más barato no haber dado esa licencia de construcción hace medio siglo que comprar ahora los despachos); la apertura de una plaza como la del Expiatorio es un significativo acto de desagravio.

A León le hacen falta más espacios de este tipo, no para que sean vistos como trofeos de políticos ni como tributos a determinado credo religioso (una visión harto miope del asunto que debería impedir, por ejemplo, que Alemania y Japón pongan lana para reponer los Budas monumentales destruidos por el talibán en Afganistán), sino porque simple y sencillamente así es como deberían ser las cosas en una ciudad con sentido humano, atenta no sólo a las necesidades directamente materiales, sino también a las sensibles.

Por eso, bienvenida la Plaza Expiatorio.

Manita de gato
A tiempo para su 129° aniversario (que cumplió este 15 de septiembre), el Teatro Manuel Doblado luce desde principios de mes nuevas butacas. Son más cómodas y, sobre todo, ya no hacen ese espantoso chirrido al abrirse, que era especialmente inoportuno al llegar tarde a un recital de música de cámara.

Ahora lo único que falta es que vuelva a funcionar la iluminación arquitectónica del edificio, apagada desde hace más de un año.

Publicado en A.M. León el 19 de septiembre de 2009.

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