A la espera de que termine de desanudarse el nudo gordiano de responsabilidades, omisiones y pases de bolita, lo que nos queda de lección es que un edificio público tan especializado y con altas expectativas de parte de sus usuarios, como este, es un asunto muy serio, que debería estar ajeno a los vicios que se le empiezan a sospechar: las prisas y el afán por ahorrar.
Es curioso que dos de las obras que están ahorita es la mira sean precisamente foros de espectáculos. Conocido también es el retraso que lleva actualmente el teatro del Forum Cultural Guanajuato y que, quizá con demasiado optimismo, se estima estrenar durante los festejos del Bicentenario (“Sería mejor que lo inauguren después, pero que quede bien”, dijo cuando estuvo por aquí el tenor Fernando de la Mora”).
Sin embargo, ambos recintos han tenido caminos muy diferentes. El teatro fue producto de un concurso, cuyos resultados se ventilaron de inmediato, lo que permitió conocer que estaban implicados en su realización especialistas de gran prestigio para asegurar que el edificio cumpliera perfectamente el cometido para el que fue creado.
En el caso del Centro de Espectáculos, y quizá los medios abonamos a eso, lo interpretábamos como “uno de los proyectos de Salim”. Ha tenido que pasar lo que está pasando para saber ¡hasta el nombre de arquitecto! (y que no ha sido uno, sino varios los que han tenido esos planos y renders en sus manos).
Tenemos una pésima tradición en México por no conferirles a los diseñadores de los edificios públicos el crédito y responsabilidad que merecen. Sólo cuando proyectos así estén a la vista del público desde sus orígenes, es que se puede vigilar que caminen conforme a lo previsto.
Imagine usted, ¿tendríamos estos problemas si en el momento en que se determinó eliminar los elementos de diseño acústico del proyecto del Centro de Espectáculos –por la razón que haya sido- el público lo hubiera sabido? Tal vez se habría generado un debate, no tan intenso como el actual, pero que seguro orientaría mejor a los realizadores de la obra.
Alguna vez, un veterano arquitecto local nos comentaba algo así como que “si un edificio público queda bien, el crédito es para el gobernante o político que lo inaugura; pero si queda mal, la culpa es del arquitecto”.
Este episodio no debe servir para organizar una cacería de brujas ni demeritar el trabajo realizado por el patronato ciudadano de la Feria Estatal de León (una de las mejores del país, sin duda alguna), sino para aprender algunas cosas fundamentales: ¿vale la pena renovar un patronato tras sólo tres años habiendo proyectos que demandan más tiempo? ¿Deben los edificios públicos ajustarse a los tiempos de la agenda del político en turno o a la satisfacción e interés de la ciudadanía? Son nomás preguntas.
Laureles al escritor
Hoy por la noche se entregan los Premios de Literatura León 2010, convocados, hay que subrayarlo bien para que no se diga que sólo nos acordamos de ellos para lo malo, por el Patronato de la Feria y el Instituto Cultural de León.
Curiosamente, hay algunos de los mismos nombres que vimos el año pasado, sólo que en otras posiciones. Federico Velio Ortega, que había obtenido una mención honorífica, ahora sí pudo hacerse del primer lugar en ensayo; mientras que Pedro Mena, ganador del 2009 en poesía, se lleva una mención ahora.
En cuento corto, el galardón es para Sara Montserrath Pinedo. La ceremonia de premiación tendrá lugar a las 19:00 horas, en el Teatro María Grever.
Primer movimiento
Mucho más temprano que el año pasado, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato ha inaugurado (ayer, en el Teatro Principal) su temporada anual. A ver si este 2010 se animan a darse más vueltas por el estado.
Publicado en A.M. León el 30 de enero de 2010.
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