Tuve una buena razón para dejar de escribir: me fui de vacaciones (y la laptop no formaba parte del equipaje). La familia completa se enfiló hacia Ixtapa para acudir a la boda de una amiga de mi esposa y para que Adiel se diera gusto conociendo el mar, haciendo pasteles de arena y agarrando color costeñito.
Pero ya es tiempo de regresar a la realidad. En lo que me pongo de nuevo en órbita, les comparto esta foto de Playa Troncones (eso creo). Se que las fotos de atardeceres en playas son muy convencionales, pero pues el paisaje que más me impactó del viaje fue cuando atravesamos la Presa del Infiernillo y como por esa zona no había ni miradores y el acotamiento de la autopista apenas media un metro, no me animé a detenerme a tomar fotos.
Por acá nos vemos. Dejen nomás levanto el tiradero.
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