Una de esas tradiciones tan tercamente seguidas y traicionadas a la vez, es la de plantearse propósitos ideales con la llegada del Año Nuevo. Bajar de peso, abandonar vicios añejos o retomar hábitos saludables, forman parte de los planes más recurrentes y que, casi siempre, terminan siendo abandonados tan pronto el calendario llega a febrero.
Hay algunos propósitos que todos deberíamos hacernos, no sólo con el Año Nuevo, sino tan pronto apagamos el despertador cada día: ser ciudadanos de a deveras, de esos que no sólo cumplen con ir a votar cada tres años; actuar convencidos de que el mundo no gira alrededor de nosotros y preocuparnos de vez en cuando por asuntos que vayan más allá de los tres metros de territorio alrededor de nuestra nariz.
¿Qué le parecería desterrar por siempre esa maldita frase del “Nunca me entero de nada” al respecto de los eventos culturales y procurarse los modos de anticiparse a las valiosas opciones de esparcimiento y conocimiento que, no, ya no son rarezas en nuestra ciudad?
Podemos, naturalmente, defender al periódico como medio de irse anticipando a ese espectáculo digno de verse o esa exposición que no debería perderse, pero también hay muchos recursos: desde el fijarse en los carteles pegados afuera de museos y teatros, hasta consultar sitios especializados o redes sociales en Internet. De verdad que en estos tiempos, lo difícil es más bien no enterarse.
¿Qué tal le caería sintonizar así nomás por ver qué pasa una emisión cultural en radio o televisión? Quítese el prejuicio de que todo ahí son cosas tan amenas como una discusión de biólogos en torno al ciclo reproductivo del cangrejo siamés o música del barroco tardío luxemburgués. La radio y televisión culturales también tienen propuestas atractivas, seductoras y hasta espectaculares, sólo basta activar un poco más ese músculo que parece que se nos adormece después de la infancia: la curiosidad.
¿Qué tal si la próxima vez que pase por una biblioteca que tenga una lectura en voz alta o una conferencia se mete así nomás aunque no tenga idea de qué va la cosa? ¿Qué tal si mata el tiempo esperando a una cita metiéndose a una galería del Centro Histórico aunque usted sea de los que “no entienden mucho de arte”? ¿No sería este año un buen momento para acudir por primera vez a una función de cineclub?
Si es de esa generación metida al Facebook y otras redes sociales, ¿Qué tal si se hace fan de algún artista local y le sigue la pista? ¿O qué hay de dejar de ignorar esas sugerencias de visitar tal o cual página de orientación artística? ¿Por qué no suscribirse a un podcast sustancioso o poner en los “Favoritos” la web de algún museo o una publicación electrónica?
Si le gusta la experimentación, pruebe a recortar los eventos publicados en La Brújula, métalos en algún recipiente a modo de tómbola, saque uno y déjese llevar por la sorpresa que le prepare el destino.
Cuando tenga oportunidad, hágase el propósito de acudir a una función de algún grupo teatral de aficionados o de una banda musical emergente, de esas que se dan en bares o cafés de pequeña talla, nomás a ver qué pasa.
¿Qué tal si nuestro propósito de este año es abrir nuestra curiosidad y percepción? ¿Qué tal si nos proponemos ser sorprendidos y salirnos de lo ordinario?
Encendiendo el motor
Tras el receso impuesto por la temporada navideña, el músculo de la actividad cultural vuelve a ponerse en movimiento. En León, la Feria Estatal monopoliza el calendario y entre la miríada de atractivos que ostenta, vale la pena retar al clima para disfrutar de los espectáculos en el Foro del Lago, que hoy por ejemplo recibe a la Sensacional Orquesta Lavadero, una lúdica agrupación de músicos clown.
Debido a que la Feria ejerce un poder de atracción irremediable sobre las audiencias, este mes no veremos demasiada actividad en los foros independientes. Una excepción es Los Azulejos, que tendrá una tanda de recitales dedicados al bel canto.
Apetecible también es el cineclub de Contrapunto, que programa este mes joyas secretas de la comedia internacional, no tan fácilmente disponibles.
Publicado en A.M. León el 9 de enero de 2010.
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