¿Qué habría pasado si el editor de Gabriel García Márquez le hubiera dicho: "Oye, van muy bien tus Cien años de soledad, por qué no le agregas unos 20 más? ¿Y que tal si después de la segunda parte de Don Quijote, Cervantes hubiera salido con la batea de babas de que el Caballero de la Triste Figura en realidad no se murió y que estaba listo para nuevas aventuras?
¿Estuvo tentado Da Vinci a convertir la Mona Lisa de una pintura de caballete a un monumental fresco? Si el Pensador de Rodin se ve bien con sus 1.83 metros de altura, ¿porque no lo hacemos un Coloso de Rodas?
El punto después de esta perorata es la proporción. De lo importante que es que una obra dure lo que tiene que durar, ni más ni menos.
Esa lección parece que no la aprendieron los productores de "Amor en custodia", el teledramón que, ¡Bendito Dios! concluyó este viernes. La telenovela, que se extendió por más de un año, es un ejemplo contundente de cómo el abuso en las extensiones puede echar a perder una cosa.
Desde el inicio, la dichosa novela portagonizada por Margarita Gralia y Sergio Basañez no pintaba para obra maestra, sino para un raro híbrido entre "El guardaespaldas" y "El graduado". Pero, logró convertirse en un espectáculo televisivo atractivo. Hasta yo me puse a ver algunos capítulos, seducido por la densidad de algunos personajes un tanto atípicos.
Pero todo se fue el carajo a principios de este año, cuando, ante los altos niveles de audiencia, TV Azteca decidió alargar la telenovela y comenzó a hacerle remiendos a la historia, inventarse personajes y hermanas gemelas, revivir muertos y, al más puro estilo Disney, hacer que los villanos se volvieran virtuosos. El resultado fue un bodrio barato, absurdo, ridículo y donde la lógica fue enviada a vacacionar a ese perdido rancho que queda en la carretera a Guadalajara.
Lo más inexplicable es que alargarla brindó un resultado contraproducente. No hubo más gente viendola, sino al contrario y a pesar de que el rating cayó a niveles totalmente mediocres, ni así TV Azteca se apresuró a darle una salida decorosa.
"Amor en custodia" se convirtió en la telenovela que Juan Orol hubiera hecho si éste hubiera hecho novelas. Ayer vi el último pedazo del final, sólo para retorcerme de la pena ajena. Dieron a entender que todos los personajes se murieron, pero luego, sin ninguna explicación, todos estaban haciendo su vida normal.
Lo más absurdo es el pretendido "flashfoward" con los niños, donde una voz en off va diciendo qué va a ser de ellos. Resulta que todos se convierten en campeones, super empresarios, grandes artistas, modelos millonarias, profesionistas exitosos.... ¿Pues de dónde con esas familias tan disfuncionales y enfermas que tuvieron? Ni modo que también haya que sepultar a la psicología familiar.
Definitivamente, ninguna telenovela será jamás una obra admirable, porque cuando camina para ello, siempre surgirá el productor menso que sumbirá a la tentación de alargarla. A ver qué le pasa a "Montecristo". Capaz que al pobre de Edmundo Dantes lo mandán varias veces a la cárcel nomás para hacer tiempo.
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3 comentarios:
Oye, que montecristo duro siglíiiisimos entambao, no vaya a ser....
que flojito eres joselo!, ya postea algo no?
Estoy de vacaciones, Bea.
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