No fue un evento que por sus características moviera las multitudes de un Cervantino, pero el Encuentro Nacional de Teatro Escolar, que ayer concluyó en León, sin duda que ha sido un acontecimiento trascendental para el arte teatral del país.
Es la primera vez que se reúnen los creativos y ejecutivos de una de las mayores iniciativas de sensibilización artística del país, quienes han tenido oportunidad de intercambiar experiencias y puntos de vista para hacer progresar este proyecto iniciado por el Instituto Nacional de Bellas Artes hace más de una década.
Aún con lo limitado que podría ser el Programa Nacional de Teatro Escolar en el contexto de un país muy grande y con un significativo retraso educativo, se trata de un esfuerzo de muy alto valor para tratar de tocar las vidas de niños de primaria y secundaria con la fascinante experiencia del arte escénico. Cierto, no podemos poner una obra de teatro auspiciada por el PNTE en todos los municipios del país, pero no por ello deberíamos quedarnos de brazos cruzados.
Es difícil hallar una dinámica tan redonda como la del PNTE en otras disciplinas: hay una sinergia y un enlace de sistemas diferentes que rinde frutos no sólo del lado de los niños espectadores y sus maestros, sino también en la parte de los artistas, que pueden crecer desarrollando su trabajo de forma más profesional, gracias a una temporada larga y a la retroalimentación especializada a través de las tutorías del programa.
Algo que ha sido muy disfrutable del Encuentro, aunque no lo haya visto el público en general, ha sido el constatar que el concepto de “teatro escolar” es mucho más amplio que esas sosas representaciones didácticas que forzadamente y sin talento tratar de “educar” a los niños.
Muchas veces resulta mucho más formativo y edificante un espectáculo bien montado, congruente y alegre que intente simplemente divertir; que una representación colmada de moralejas, resuelta con desatinos por todos lados.
Qué bueno que en el Encuentro hay montajes con un mensaje bien delineado y resuelto (la problemática migrante de “Martina y los hombres pájaro” y la enredosa búsqueda de la propia identidad de “El ogrito”) y qué bueno que también está la exquisita elegancia clownesca de Aziz Gual o la herencia de la Comedia del Arte que exhibió el año pasado “Arlequín, servidor de dos amos”.
Ahora bien. No hay que esperarse a que el Programa Nacional de Teatro Escolar venga por nuestros hijos. Los padres también jugamos un papel crucial en fomentar el aprecio por el teatro y las demás artes. Hay que ponerlos en contacto con ellas, no le hace que no lleven la etiqueta “para niños”. De hecho, conozco un niñito de dos años que ha visto más conciertos de jazz que marionetas.
Solemos quejarnos de que “no hay eventos para niños”, pensando un poco estrechamente que sólo los títeres y esas infames obras de botargas con personajes de televisión son lo que les late a los chiquillos, pero es que nos olvidamos que los niños igual disfrutan y le encuentran sentido a la danza folclórica que a la fotografía. Sólo tenemos que ponerlos en contacto.
Si todos los niños tuvieran cariño e interés por el teatro cultivado desde su casa, ni falta que haría un Programa Nacional de Teatro Escolar.
Queja no válida
Por cierto que eso de “No hay eventos para niños” va a ser en los próximos días más falso que nunca. No sólo tendremos el agasajo de Theatre Sans Fil, este martes en el Teatro Doblado; sino que también ya sólo faltan dos semanas para la Feria Nacional de Libro, que, como han de saber, consiente especialmente a los chiquillos. Atasquémonos, que hay lodo.
Danzarte en curso
Esta semana la Universidad de la Salle Bajío será sede de la quinta edición del festival Danzarte, realizado con pretexto del Día Internacional de la Danza, que se celebra el 29 de abril. Es uno de los escasos eventos culturales regulares auspiciados por universidades privadas en León y eso en sí ya es suficientemente destacable. La cartelera la componen más de 20 presentaciones dancísticas, además de proyecciones de cine y talleres.
Publicado en A.M. León el 26 de abril de 2008.
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