¡Ay, Aleida!

Mis amigos más entrañables son los que hice en la universidad. De hecho, casi son los únicos. No conservo ninguna amistad de antes de los 21 años, salvo un par de compañeros del grupo de teatro donde milité por casi una década.

Lo curioso de mis amigos de la universidad, es que varios parecen pertenecer a mundos ajenos al mío, salvo Nena, que es coordinadora de difusión cultural de la Salle; Ileana que por mucho tiempo fue jefa de noticieros de TV4 y Josselín, que anduvo llevándole la prensa a Wintilo Vega.

Tengo un par de amistades muy queridas en el “show bussines”, pero de tan signo tan opuesto a lo que yo hago que muchos no lo pueden creer: Chuy, locutor de una estación de música grupera en Florida; Bety, ejecutiva de una empresa financiera (y que nunca toma sus llamadas, la muy desdichada) Paco Granados, “party-man” y organizador de Nuestra Belleza Guanajuato y… Aleida Núñez (“quizá me recuerden por novelas como La fea más bella”).

Estos dos hace mucho que no me sorprendían. Ya tenía tan asumida mi extrema “otredad” con ellos que ni me fijaba, hasta que Ale hoy me salió con que convertida en símbolo sexual ha posado desnuda para una revista. No lo vi venir. Ya había visto que había posado con bikini en un par de publicaciones, pero no creí que fuera a pasar de ahí.

Recuerdo que cuando eramos “estudihambres”, era incómodo el simple hecho de caminar juntos hacia la salida a final de clases porque siempre sentías cómo todo mundo te estaba observando. No me imagino cómo sería ahora que medio millón de mexicanos conocerán el 98% de su anatomía.

Esta experiencia me ha servido para descubrir que no es lo mismo conocer el cuerpo de una persona, que conocerla a ella. Una pequeña búsqueda en Google revela los foros de discusión con un chiquero de comentarios sexistas y machorros sobre ella. En México, las mujeres que asumen con naturalidad su condición sensual se convierten automáticamente en blanco de ese tipo de opiniones, no importa que, como es Ale, sea una persona muy generosa, una hija súper amorosa con sus padres, dispuesta a aprender y que lee a Milán Kundera (quizá por eso, es que en ella todo es levedad).

¿Qué qué pienso? Bueno, ya saben que yo tengo simpatía por los transgresores. Además, aunque a Ale no la veo desde mi boda, la quiero mucho.