Que si lo venden, que si no lo venden, que si se hacen manifestaciones, que cumplen o se van "a la fregada". Total, que el tema más manoseado del momento es el futuro del equipo de fútbol León, que para un sector de los leoneses ha resultado ser tan sagrado e intocable como Pemex para los perredistas.
No es ningún secreto que no soy fan del futbol, y muchísimo menos del León, un equipo, empresa, institución que para mi gusto no ha estado desde hace un buen rato a la estatura de la devoción que se le tiene, devoción que se considera es su principal activo, el motivo por el cual "es negocio aunque esté en Primera A (eufemismo de segunda división).
Tenemos que ser sinceros. El León fue un equipo grande... pero en los cincuentas. Cuatro de sus cinco campeonatos los ganó entre 1948 y 1956. Lo que quedó de la segunda mitad de los noventas para acá no sólo fue un equipo de medio pelo, sino también una empresa bastante desaseada y mal administrada.
Nada bueno ha de ser que dos ex presidentes y dueños del equipo hayan pasado temporadas en la cárcel (y uno todavía esté ahí), que se haya involucrado en escándalos de espionaje, que nadie sepa dónde están los derechos sobre escudo, nombre y colores y que sus actuales propietarios nunca hayan formalizado su relación con el municipio para el uso del estadio.
Los resultados en la cancha del León son reflejo directo de sus deficiencias organizativas. Como muchas cosas en la ciudad, el equipo simplemente ha servido para atender los intereses particulares de unos cuantos: desde dueños hasta empleados metidos a revendedores de boletos.
En el asunto del León todo está mezclado: es una empresa privada, pero de repente se vuelve tópico político, sin dejar de ser deporte y a veces hasta religión. Es imposible conciliar todo eso. Por eso es que un día vemos que el Ayuntamiento se quiere poner a jugar al señor mano dura con Pegaso y al día siguiente le expresa su apoyo y pasado mañana se zafa de los reclamos por sobrecupos y reventas diciendo "es un pleito entre particulares".
Yo pienso que lo mejor que le podría pasar al León es que desapareciera del mapa por un rato. Que se saneara todo lo que hay alrededor de él y después volviera a surgir, pero ya con un cabal cumplimiento de la sentencia "Al César lo que es del César".
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