Ganadora de siete Lolas en Alemania (el equivalente al Oscar en Estados Unidos o el Ariel en México), “La vida de los otros”, el filme con que inició este viernes la 48ª Muestra Internacional de Cine en León es simplemente soberbio.En el mismo día en que llegaba a la cartelera local “El Pefume”, la obra reciente de un director alemán, Tom Tykwer que sorprendiera con su ópera prima “Corre Lola corre”, otro joven cineasta alemán, Florian Henckel von Donnersmarck, agarró a los espectadores y no los soltó hasta que hizo con ellos lo que quiso con una historia cautivante, bien llevada y con efectivos giros de tuerca.
El protagonista es Hauptmann Gerd Wiesler (un magistral Ulrich Mühe, discípulo de Heiner Müller que por este papel se ha llevado tres premios actorales), o HGW XX/7 para sus colegas de la Stasi, la policía de estado de la antigua República Democrática Alemana cuya tarea era andar vigilando a los ciudadanos sospechosos de incurrir en actividades contrarias al régimen comunista.
Wiesler es asignado a vigilar a una pareja de artistas, un dramaturgo no especialmente contrario al régimen y su novia, una popular actriz. Sin mover un músculo facial, este frío y eficiente espía de la vida de los otros se va transformando paulatinamente y se convierte más bien en un protector de sus vigilados, sin que estos lo sepan.
“La vida de los otros” es un thriller adictivo que no echa mano de los artilugios tradicionales de Hollywood y que conquista primero el cerebro y finalmente el corazón de la audiencia, a la vez que ofrece un puntual retrato de las miserias del régimen político de la antigua RDA, sin ser propiamente un filme doctrinal.
Aunque su director se engolosina con la historia y la alarga quizá un poco más de la cuenta en ciertas partes, sus giros de tuerca son geniales y las actuaciones monstruosamente contenidas de sus actores son por ello más llegadoras.
Si todas las películas que siguen son la mitad de buenas que esta, tenemos una gran Muestra de Cine.
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