Venta nocturna

Qué tiempos aquellos en que cuando dejaba de escribir por tres o cuatro días, de inmediato saltaba la liebre de alguien recriminando mi poca constancia con el blog. Ahora casi han pasado tres semanas y nadie me ha aventado un tomatazo.

Pasa que estoy de vacaciones y como no ha sido nomás de "Ya me voy, ahí cierran", sino que hubo que dejar las cosas listas para cubrir la ausencia (La Brújula, El Cubo, las secciones sabatinas de cultura), el tiempo libre escaseó.

Y después, muchos otros compromisos en casa. El punto es que hasta anoche pude tener un pequeño lapso de actividad realmente vacacional: ir de compras.

El sábado fue venta nocturna de Fábricas de Francia y como yo soy parte de ese nada reducido grupo de gente que le gusta comprar en almacenes fresas, pero pagar como si fuera Elektra, ahí estuve, en el consabido pandemonium que se hace en estos eventos.

Me quedé pensando. ¿Cuánta de la gente que está aquí con muy poco aviso previo es de la misma que se queja de que "nunca se entera" de los eventos culturales? Aunque ya se sabe que estas ventas nocturnas se efectúan en víspera del Día de las Madres y de la temporada Navideña, la fecha exacta sólo se devela uno o dos días antes, a través del periódico y la radio y un poco más anticipadamente con avisos en el propio almacen.

Quien quiera traer un espectáculo al Teatro Doblado, sabe que si no le pone por lo menos 15 días de promoción la va a pasar mal, a menos que sea algo realmente excepcional. En cambio, Fábricas de Francia anuncia su venta 48 horas antes y tiene la tienda a reventar.

Reitero. No es que no nos enteremos de loe eventos culturales. Es que no nos queremos enterar. ¿O porque no podemos pagar los boletos a 18 meses sin intereses y 20% en monedero electrónico?