abril 12, 2006

Estrategia

En mi post de ayer me indignaba del rodeo que le dio López Obrador a unas simples preguntas de cultura general. La verdad nadie espera que un político (sobre todo ellos) pueda ganar el Marathón Junior y somos pocos los que sabemos dónde diablos está Nueva Caledonia (yo sí sé, modestia aparte).

Me asombró su explicación donde dio a entender que necesitaba cuidar la imagen que de él tienen todos los que lo ven como una esperanza. Y también varias veces ha dicho que no va a ir más que a un debate “por estrategia”.

A mi me provoca espasmos hepáticos ver cómo los políticos son muy gallitos para los debates cuando van abajo en las encuestas, pero se hacen los occisos cuando van arriba. La única ilustre excepción fue en el 2000, en que el candidato puntero no sólo no le “sacó” al debate, sino que era el único que estaba listo para tenerlo “hoy, hoy, hoy”.

Item aparte, pero no tan alejado. Por todos lados de Guanajuato ya hay espectaculares de Juan Manuel Oliva, virtual candidato único a la gubernatura. Los que lo conozcan notarán de inmediato un detalle ¿dónde quedaron los anteojos que usaba antes de ser candidato?

R: Se los quitaron, para darle un mejor look. La pregunta es: ¿si tanto le interesaba el look al hombre, porque no se los quitó antes? A mi, particularmente me causan desconfianza estos cambios repentinos de apariencia en pos de una elección. Siento algo parecido al engaño, la suplantación y la falta de sinceridad.

Creo que a nadie nos interesa votar por “estrategias” o “imágenes”. Nadie elige a su novia sólo porque se ve muy bien y porque “por estrategia” se junta sólo con mujeres feas para resaltar. Creo que uno de los rasgos más irritantes de la política tal y como la conocemos en México es la simulación y el nunca tener el retrato completo de quienes andan buscando nuestros votos.

Las “estrategias” de López Obrador y los cambios de look de Oliva. Dos razones más por inclinarse al lado del sano escepticismo ante la política.

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