julio 25, 2007

Mosqueda no se sabe disculpar

Lo dicho. Nuestra clase política no se equivoca nunca y tampoco sabe de disculpas. Justo el día en que trepaba mi post sobre esa rara cualidad de nuestros dirigentes, Gerardo Mosqueda, secretario de gobierno de Guanajuato convocó a una dizque conferencia de prensa para cumplir con el exhorto de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a disculparse con los directores de A.M. y Correo por los insultos que les tributó en una ya famosa reunión con delegados federales.

En A.M. se recoge la transcripción completa de lo que dijo el funcionario el sábado. Además de la perorata llena de paja y cantinflesca, resalta el hecho de que Mosqueda dedica mucho más tiempo a regodearse de las felicitaciones y mensajes de apoyo que le han hecho llegar por este asunto que a disculparse.

En ningún momento, el señor admite que se equivocó y si en cambio, deja en claro que está haciendo esa pretendida disculpa para cumplir con el oficio de la CNDH, no porque le nazca admitir sus errores.

Pero lo más patético del asunto es que NUNCA SE DISCULPA de verdad. Si uno revisa el oficio de la CNDH (larguísimo por cierto, pero muy claro sobre las implicaciones y antecedentes), se encuentra con el dato de que al comparecer ante el visitador, Gerard Mosqueda dejó claro que no se estaba dirigiendo con sus lapidarios comentarios a los periódicos Correos y A.M. en general, sino específicamente a Enrique Gómez Orozco y Arnoldo Cuéllar, sus directores.

Ante un agravio específico, Mosqueda se la paso disculpándose practicamente con el universo: con los comunicadores, los funcionarios de gobierno, su equipo de trabajo, sus hijas, y su esposa.

Sus insultos tuvieron nombre y apellido, pero en cambio, su pantomima de disculpa señala: "Pido disculpas a todos los directores de los medios de comunicación de Guanajuato". Pues no. Los directores de El Heraldo de León y El Sol de Irapuato nunca fueron agraviados por los comentarios del funcionario; los directores de Radiorama y MVS Radio jamás se dieron por enterados. Una disculpa que se dirige mucho más a la gente que no la necesitaba que a los direntamente involucrados es una disculpa vana.

A lo mejor, de entre la abultada nómina de funcionarios en Guanajuato, no había nadie que le supiera aconsejar a Mosqueda una disculpa válida. Yo le paso el texto completamente gratis:

"Ofrezco una diculpa por mis comentarios vejatorios contra los señores Enrique Gómez Orozco y Arnoldo CUéllar Ornelas, directores de los diarios A.M. y Correo. Admito que mis palabras pudieron ser tomadas como un atentado contra la libertad de expresión, derecho fundamental de los ciudadanos en general y periodistas en particular.

Lamento no haber tenido una conducta adecuada a las responsabilidad e investidura del funcionario público que soy, dedicado a fortalecer la política interna y la sana convivencia entre los actores políticos de Guanajuato y ofrezco mi disposición a que estos hechos no vuelvan a suscitarse".

Hoy, aparece un artículo de Alvaro Delgado donde plantea que Mosqueda de plano cometió desacato. No tengo mucho de donde asirme para contradecirlo.

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