Emilio Carballido es una figura que me hace evocar mi llegada al teatro en la adolescencia. Yo fui una de las tantísimas personas que se hicieron una idea del acervo dramático nacional a través de sus inolvidables antologías "Teatro Joven de México" y "El arca de Noé", la que estaba dedicada al teatro para niños y de la que salió "Cocorí", que fue un montaje que nos llevó de gira por varias partes del estado, con todo lo que eso tenía de emocionante para un chavo ensimismado de 16-17 años.
Fuera de esos tres libros, que compré pero ya no están conmigo, creo que no tengo demasiada dramaturgia en mi biblioteca, aunque bueno, la antología electrónica publicada por la SOGEM hace unos años cubre bien el hueco.
No reiteraré lo valioso que fue Carballido para el teatro en México, simplemente quise dar testimonio del peso de su figura en mi propia vida. Lamento aún más profundamente que por una de esas tonterías, que son urgentes pero no importantes, no haya podido ir en septiembre a la conferencia magistral que dio en la Biblioteca Central.
Descanse en paz el maestro Carballido.
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