Si es de los fans de hueso colorado de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, no le habrá pasado desapercibido que en su primer concierto del año en León, el pasado 22 de febrero, faltaban muchas caras conocidas, empezando por el concertino, Dmitri Kiselev.
Pues viene resultando que una cantidad apreciable de músicos de la OSUG fueron llevados como refuerzo de la Orquesta Sinfónica del Estado de México, también dirigida por Enrique Bátiz, con motivo de la maratónica gira que esta agrupación realiza por Estados Unidos desde mediados de enero y que concluirá el próximo fin de semana.
En la lista del personal en gira, disponible en el sitio web de Columbia Artist Management (la agencia de representación que está coordinando el tour), se ve que además de Kiselev, andan varias de las "estrellas" de la OSUG, como la violinista Gyöngyi Horvath, la violista Djamilia Rovinshaia, el clarinetista Thomas Bailey Jones (de hecho, va como principal de su sección) y el percusionista Sergio Rábago León.
Por un lado, esto es reconocimiento tácito a la calidad como ejecutantes de estos músicos, que están entre lo mejor que tiene la orquesta guanajuatense. De hecho, han sido memorables actuaciones solistas de Horvath o de Jones, quien hiciera sonar su clarinete en el controvertido concierto inaugural del Cervantino de 2002, donde la OSUG, dirigida por Castillo, interpretó puro Olivier Messiaen.
Aunque tampoco está tanto como para que los envidiemos. Según algunas reseñas periodísticas, los músicos se han fletado viajes en autobús de hasta 12 horas y están recibiendo un pago de 60 dólares por cada concierto, más 80 dólares diarios para alimentos.
No queda duda de lo exitoso de la gira, que ha significado gran proyección para la música sinfónica hecha en México y con conciertos que han sido, según cuentan, muy bien recibidos por el público gringo, pero claro, usted no es el único que se está haciendo esa pregunta ¿y les estarán guardando su sueldo de la OSUG a estos músicos, incluyendo el del maestro Bátiz? Es pregunta nomás.
Nace La Mandrágora
Alguien más ha levantado la mano para cubrir el hueco de antro cultural que dejara hace cosa de un año la afamada Buhardilla de Miguel Torres. El nuevo noctambulario de poesía, música y arte se llama La Mandrágora y abrió sus puertas el pasado jueves en el ecléctico edificio de ladrillo del mismo nombre, diseñado por Rubén Domínguez, ubicado en la avenida Vasco de Quiroga.
Detrás de la idea están socios como el inquieto Joaquín Chi e Hilda Orci, quienes además de sus ocupaciones cotidianas en la abogacía y la educación, meterán entusiasmo a este espacio que busca atraer a quienes gustan del entretenimiento con profundidad. No es tarea fácil, pero cuando menos un recinto que atrapa miradas ya lo tienen.
Cierto que tras el cierre de La Buhardilla abrieron las peñas El Encanto y Caracol (esta última, ocupando de hecho el local de La Buhardilla en Pino Suárez), pero aún no llegan al nivel de efervescencia y clase de eventos que tuvo su céntrico similar.
Ojala La Mandrágora anime un poco más la escena y gane el favor del público, el ingrediente esencial para que esta clase de proyectos prosperen. Según sus propietarios, habrá muchas cosas interesantes por venir: talleres, cineclub, espectáculos, exposiciones. Será cosa de que nos vayan avisando.
Una que no cierra
La Galería Jesús Gallardo ya anunció que no será de esos espacios que cometan la chocantería de cerrar sus puertas durante la Semana Santa. No sólo permanecerá abierta, sino que también ofrecerá entrada libre durante el periodo vacacional (generalmente la admisión cuesta 10 pesos de martes a sábado), para que nadie ponga pretextos para no ir a ver la exposición de la VIII Bienal FEMSA.
Por cierto, no sólo Mabel Gutiérrez y Alberto Lenz sacan pecho por León en este reconocido certamen, sino también José Martín López, un creador relativamente escondido que ya había ganado mención honorífica en aquel extinto certamen estatal de artes plásticas llamado Expo Arte, en 1994.
Publicado en A.M. León el 15 de marzo de 2008.
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