Tal pareciera que es la temporada para hacer cambios de mandos en distintas esferas de la gestión cultural, desde la municipal hasta la federal.
A media semana, la novedad ha sido la salida de Sergio Vela del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a quien más de algún analista había calificado como un “cadáver viviente” en términos políticos.
Verdadera lumbrera en el ámbito operístico y con un trabajo más que aceptable en su paso por el Festival Internacional Cervantino y la Coordinación de Música de la UNAM, Vela no terminó de convencer al muy arisco círculo de intelectuales y políticos en su encomienda al frente del máximo organismo cultural del país.
Y es que disciplinar egos de cantantes y músicos en una puesta de, por ejemplo, “El anillo del Nibelungo”, pareció ser más fácil para Vela que encontrarle la cuadratura a una cartera donde sobran opiniones y visiones, como es la política cultural, aunque prácticamente no ha habido presidente de Conaculta que no haya más o menos severamente cuestionado, desde la creación del organismo hace 20 años.
¿Qué habrá sido lo que no se le perdonó a Vela? ¿Sus famosos gastos de viaje, el aparente subejercicio presupuestal de su dependencia, su conocido carácter escasamente humilde y poco dado a trabajar en equipo o la falta de tolerancia que le achaca más de uno?
Lo que es cierto es que, teniendo más argumentos para el cargo que su predecesora, Sari Bermúdez, terminó no teniendo lo que sostuvo todo el tiempo a aquella, el respaldo absoluto del inquilino de Los Pinos. Y sin eso, nada vale.
Habrá que ver ahora si la salida de Vela no trae aparejados movimientos en las distintas áreas ejecutivas de Conaculta, pues a fin de cuentas, apenas se lleva poco más de dos años de gestión y bien podría decir Consuelo Sáizar, la nueva titular del organismo, que se puede hacer un borrón y cuenta nueva. En particular, habrá que estar atentos al Festival Internacional Cervantino, pues Kleinburg tiene más de una afinidad con Vela y no vaya a ser cosa de que le toque un guadañazo.
La buena noticia en todo esto es precisamente a llegada de Sáizar, ex mandamás del Fondo de Cultura Económica, que hizo una labor más que destacada en la prestigiada editorial pública, logrando el mérito, por ejemplo, de que venda el doble de lo que recibe de presupuesto.
Pero así como Vela era “freak” de la ópera y música culta; Sáizar lo es de la edición de libros. Su reto será demostrar que es sensible y entiende de las necesidades de otras esferas del ámbito cultural.
En el FCE no sufren ni se acongojan. Quien llega a la silla de director es alguien que ya sabe bien de que va el asunto y que tiene la tinta en las venas: Joaquín Díez-Canedo Flores (hijo homónimo del célebre fundador de la editorial Joaquín Mortiz), quien de hecho llevaba poco tiempo de haber salido de la institución para irse a dirigir la editorial de la Universidad Veracruzana. Digamos que de todos, es al que le tocó caer en más blandito.
Cambio de rollo
No de tanta envergadura como los de Vela o Sáizar, pero en los terrenos culturales de la Universidad de Guanajuato también se da un significativo cambio de estafeta. Luego de una década, José Luis Jiménez deja el Cineclub de la casa de estudios guanajuatense.
Quien lo sucede es la joven comunicadora leonesa Monserrat Alejandri Oyanguren, quien trabajaba desde hace cuatro años en la Dirección General de Extensión de la UG. Ella ya coordinó otro cineclub, aunque más pequeñito y sin medio siglo de historia: el de la Universidad de la Salle Bajío, cuando era estudiante. Los mejores deseos para ella en esta encomienda cinéfila.
Ahí viene Ambulante
A media semana llega a León el contingente de imágenes de la gira de documentales Ambulante 2009, esa que auspician Diego Luna y Gael García Bernal. Además de las acostumbradas proyecciones en Cinépolis Centro Max, el programa abrirá nuevos canales de exhibición en el Auditorio Mateo Herrera del Forum Cultural Guanajuato y el Cineclub de la Casa de la Cultura Diego Rivera. No hay que perdérselo.
Publicado en A.M. León, el 7 de marzo de 2009.
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