Si tomamos en cuenta que el recién presentado programa del 12º Festival Internacional de Arte Contemporáneo se gestó en menos de cinco meses, tiempo que lleva al frente del Instituto Cultural de León Juan Meliá, el resultado es gratamente sorprendente.
Lo que podrá verse en León a partir del 25 de abril es un catálogo no exahustivo, pero sí por demás emblemático de la actualidad artística del mundo, con propuestas que apelan básicamente a dos frentes: la comunión de tecnología e imaginación y la creación multidisciplinaria.
El cartel del FIAC finalmente no tiene prácticamente flancos débiles: está bien balanceado, tiene figuras atractivas en cada disciplina, es atrevido, abre espacio a las manifestaciones locales más valiosas y además no está hecho con retazos de otros festivales.
Meliá señaló en la rueda de prensa con que se presentó el programa a principios de semana, que el FIAC era un festival propio y eso es una cualidad que se extrañaba. A final de cuentas, los festivales no deben ser una colección de eventos programados sólo porque estaban disponibles, sino que deben configurarse como si fueran una exposición preparada por un curador y donde cada elemento tuviera nexos, evidentes o no, con los otros.
El Festival leonés parece querer reconquistar a su público de antaño y muestra una fidelidad extrema a su propia esencia, lo cual no está exento de riesgos, pues hay mucha gente que ante la palabra “contemporáneo” instantáneamente bajo la cortina bajo la premisa de que el arte que se ostenta como tal es aburrido o inintelegible… de la misma manera que puede ser aburrido Bach e inintelegible Picasso si no se tiene disposición para ellos.
La edición 2006 del FIAC tiene ases bajo la manga tanto para los duros vanguardistas (básicamente su programación musical, con Pamela Z, Ake Parmerud, Manuel Rocha, Roscoe Mitchell y Kanta Horio), como para espectadores que quieren tener un poco más de donde agarrarse (el ciclo cinematográfico de Won Kar Wai, por ejemplo).
Pero también hay espectáculos aptos hasta para los que se dicen curados contra el arte actual. Danza Contemporánea de León y el ensamble guanajuatense de música de cámara Ehecalli tendrán sendas funciones para niños; Luis Martín Solís hará una curiosa versión de Otelo usando marionetas y la compañía canadiense Les Deux Mondes es, como diría Meliá, “algo que verían mi mamá y mi hija”.
Quizá el mayor reto que tendrá el FIAC será vencer la catalepsia social que se vendrá con las vacaciones de Semana Santa y que podría jugar en contra para la difusión tanto local como foránea.
Pero fuera de eso, parece que casi todos están haciendo su parte con el festival leonés: el ICL haciendo una programación inteligente y poniendo alternativas de boletos muy accesibles para que nadie se queje de elitismo (el bono total de 500 pesos es una ganga) y los patrocinadores mostrando un no tan frecuente entusiasmo.
A los espectadores, profesionales o no, nos queda también ponernos flojitos y dejernos tocar por el arte actual. Recordar que el mundo es muy grande y que justo cuando se cree que se ha visto todo, una sorpresa se instala en la esquina para surgir en el momento preciso.
Sin perder el mapa
Esta semana, Ediciones Tlacuilo hizo la presentación de la carpeta “Cartografía antigua de León”, una colección de siete reproducciones facsimilares de mapas de la ciudad de distintas épocas.
El suceso es notable tanto por el valor histórico de la publicación, como por el indicio de tenacidad de la editorial comandada por Leopoldo Navarro por hacer libros “de León para León”.
A Tlacuilo se deben también ediciones ejemplares como “Los Patios de León” y las recién publicadas memorias de Manuel García y Moyeda, historiador leonés del siglo XIX a quien se debe haber instituido la celebración del 20 de enero como cumpleaños de la ciudad.
Ojalá estos esfuerzos, que prueban que la cultura no sólo nace de las instituciones oficiales, sean cabalmente estimulados, apreciados y apoyados por el público.
Publicado en AM León el (ya muy lejano) 8 de abril de 2006.
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