junio 26, 2006

Libros y futbol

Difícilmente le habrá pasado desapercibido que ya comenzó el Mundial de Futbol Alemania 2006. Ya hasta las fábricas se ha provisto de sus megatelevisores para seguir las incidencias del equipo nacional y seguir de cerca las batallas de los modernos cruzados en calzoncillos, que van en pos de un nuevo santogrial llamado Copa FIFA.

Tradicionalmente se ha considerado al fútbol y la cultura como enemigos irreconciliables. No son pocos los intelectuales que consideran al balompié el moderno opio de los pueblos y en alguna Feria del Libro, un notable escritor dijo que el fútbol tenía más fanáticos que cualquier libro.

Si todo eso es verdad, ¿entonces que hacía un respetable escritor como Juan Villoro al lado de los comentaristas de Televisa durante la transmisión de la ceremonia inaugural del Mundial? Pues lo que hace todo intelectual cuando se trenza con el fútbol: haciéndolo más interesante.

Si el fútbol es la épica de nuestros días, desprovistos ya del condimento de una Troya o el consuelo de un caprichoso Olimpo, qué mejor que los escritores para ponérnoslo en circunstancia. Pero aunque a muchos nos gustó ver a Villoro y escuchar que sus comentarios eran los más pertinentes, seguramente los pamboleros puros se habrán aburrido de lo lindo con el.

En nuestro mundo, los mestizajes conceptuales son la sal de la vida. Por ello, bienvenido cada vez que un artista o intelectual se llena las manos con las tripas del fútbol y nos lo muestra de un modo nuevo.

Particularmente, envidio por estos días a los alemanes, no sólo por la oportunidad que tienen de ver a los mejores futbolistas del planeta en la madre de todos los torneos futbolísticos, sino también por el espectacular programa cultural que acompañará el Mundial.

Dicha agenda cultural es un digno ejemplo de la fusión de ambos mundos: hay un oratorio de Moritz Eggert (pianista de vanguardia que alguna vez vino a León previo a uno de los primeros FIACs) inspirado en los cánticos de estadio de varias partes del mundo.

La obra se titula “La profundidad del espacio” y recoge como si fueran nuevos oráculos, las frase célebres de entrenadores y jugadores como Klinsmann o Toshack. El título mismo es una ironía: es lo que los comentaristas deportivos de la época decían para señalar el origen de los pases de Günter Netzer.

Ahora sí que, como diría don Angel Fernández, “me pongo de pie y me quito el sombrero”.

Fin de feria
Este es el penúltimo día que se podrá visitar la 17ª Feria Nacional del Libro. No ponga de pretexto el excitante partido Togo-Turquía (es un decir) para no ir. En todo caso, podrá conseguirse “Los once de la tribu”, recomendable texto de Juan Villoro sobre la cultura de masas, incluyendo, claro, el fútbol.

Verdadero banquete para el bibliófilo es recorrer los más de cien stands montados en la Feria. Sorprende ver que ya no están instalados dos de los destinos tradicionales dentro de la exhibición editorial: Gandhi y El Rebusque, que entre su alud de saldos, con bastante frecuencia incluían deleitosas joyas a precio de baratija.

La buena nueva es que Gandhi ya no puso stand en la Feria, porque ya tiene librería completa en la ciudad. No hizo tanta propagando como El Sótano, pero ya está ahí, lista para contagiar al Bajío de ese sello particular del emporio fundado por don Mauricio Achar.

También es grato ver, haciendo su debut en sociedad, al proyecto del Centro Cultural Guanajuato. Ciertamente se ha ventilado bastante en los medios (especialmente en El Cubo, ¿a poco no?), pero la gente tiene ahora la oportunidad de verlo “de bulto” en la exhibición de sus maquetas montada en el vestíbulo del Poliforum.

La Biblioteca Central, primer elemento del conjunto, ya también anda haciendo presencia. Tiene un stand dentro de la Feria donde ya se pueden ir pidiendo informes sobre lo que tendrá y además participa con un taller para niños.

Enhorabuena por Ariel
Desde “La profundidad del espacio”, Ariel Muniz debió haber visto con alegría la presentación de su libro “La construcción y otros cuentos”, el primero de sus volúmenes póstumos y el primero también, del renovado programa editorial del Instituto Cultural de León. Enhorabuena por ambos.

Publicado en AM León el 10 de junio de 2006.

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