Cambios pesados en Conaculta

A no pocos sorprendió que, a su llegada al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar haya presentado un perfil discreto en cuanto a cambios en su equipo se refiere. Redefinió un par de secretarías que no tenían mucha exposición mediática y colocó ahí a Fernando Serrano y Jaime Hernández Martínez.

Poco antes de cumplir un mes en el cargo, dirigió su mirada a las zonas más célebres del Conaculta y nombró a Laura Emilia Pacheco como nueva directora general de publicaciones, en sustitución de Fernando Fernández.

Pero sin duda, el relevo más de peso sucedió apenas este viernes, cuando María Teresa Franco presentó su renuncia al Instituto Nacional de Bellas Artes. Cuando pase la Semana Santa, le cederá su oficina a la hasta ahora directora del Centro Cultural Tijuana, Teresa Vicencio Tovar, de quien se dice realizó una buena labor en el complejo cultural norteño.

Hasta ahora no confirmada, pero convertida ya en algo más que un rumor, es la salida de Gerardo Kleinburg del Festival Internacional Cervantino. Una columna de El Universal lo mencionó ayer y Fernando de Ita acaba de comentarlo en el portal Teatro Mexicano, expresando, cómo no, su desconcierto por el hecho de que el relevo propuesto sea Lidia Camacho, ex directora de Radio Educación y actual titular de la Fonoteca Nacional.

Me parecería un poco injusto que haya pesado más la amistad de Kleinburg con Sergio Vela, que su trabajo como programador y director de un festival tan complejo como el FIC. A mi parecer hizo una muy buena labor y reencaminó bien al Cervantino, en cuanto a proponerle una orientación temática. Me parece que tenía la erudicción de Vela; el buen hacer diplomático de Ramiro Osorio y la sencillez de Mini Caire. Me tendrían que explicar muy bien por qué se va.

Y de Lidia Camacho no lo entiendo en absoluto. O sea, la señora es la mejor en su área, le he admirado su hacer radiofónico desde incluso antes de que llevara las riendas de Radio Educación, pero no veo qué tendría que hacer con el FIC. Es como si a Fernando Alonso, un gran corredor de autos, lo montaran en una bicicleta y lo mandan al Tour de Francia.

Ahora vamos a ver hasta donde llegan los cambios en el INBA. Acordémonos que acabamos de enviar para allá a un leonés.