febrero 17, 2009

Coraline y la puerta secreta

Sabes que una película de animación es buena, cuando la historia está tan bien hilada que te olvidas totalmente de las cuestiones técnicas involucradas. Eso me sucedió con Coraline y la puerta secreta, nuevo proyecto de animación stop-motion de Henry Selick, realizador también de El extraño mundo de Jack (que yo, como muchos, creía erróneamente que había dirigido Tim Burton).

Y bueno, se podría decir que la película es buena porque el material original también lo es: la novela de Neil Gaiman (un afamado autor del género fantástico) en la que se inspira, tienen nada menos que los premios Hugo y Nébula en su haber.

Es como una reedición algo más oscura del tema de Alicia en el País de las Maravillas, con una niña incursionando en una realidad paralela, a través de una puerta escondida en la vetusta casa a la que ha llegado con su familia. La cinta es una exquisitez en términos tanto narrativos como visuales, con varios personajes freaks muy entrañables (el Gran Bobinsky cirquero o las hermanas actrices, vecinos todos de Coraline) y una auténtica cátedra de animación cuadro por cuadro.

El único pero que le vi estuvo en el doblaje que Ximena Sariñana hizo de Coraline (que en la versión en inglés es responsabilidad de la obicua Dakota Fanning), pues no mantiene su tono de voz homogéneo a lo largo de la cinta, haciendo que el personaje hable a veces como niña, otras como adolescente y otras como hermana de Martha Higareda en "Amarte duele".

Una cinta muy apetecible para los niños, que no aburrirá de ninguna forma a los adultos. Ojo, algunos nenes pueden impresionarse, aunque no es tan terrorífica. Si a su chiquillo le gustó El extraño mundo de Jack (como al mío), seguro que le hará sentido esto.

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