Este viernes fueron anunciados los nominados al Ariel, nuestro equivalente mexicano a los Oscares, concedido por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
La lista es muy chistosa, porque las cintas que tienen más nominaciones (11 y 8, respectivamente), no compiten para ser la Mejor Película ("Desierto Adentro" y "Rudo y Cursi"). Es decir, tienen el mayor número de personas que hicieron bien su trabajo, pero eso no les vale para ser la más redonda. Tampoco tiene vela en ese entierro la célebre "Arráncame la vida", que fue la que representó a México en la carrera por el Oscar a Mejor Cinta Extranjera.
Esto me ha hecho reflexionar sobre lo distante que está, la mayoría de las veces, el gusto especializado del de la mayoría de los mortales. Quizá en este caso no sea tan extremosa la situación, pero ¿qué tal lo que pasa con cineastas tan atípicos como Amat Escalante o Carlos Reygadas, que son idolatrados en los festivales más clavados del planeta, pero entre sus connacionales no despiertan tanto entusiasmo?
No creo equivocarme al decir que el público típico (normal, no los frikis o semi frikis que se avientan todas las funciones de Expresión en Corto y saben la diferencia entre Einstein y Eisenstein) vería más lógico que el Ariel se lo llevara "Arráncame la vida" que el documental “Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo” o "Lake Tahoe", por ejemplo.
Supongo que tendremos que esperar unas décadas para ver quién estaba más acertado.
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