Sólo hay un modo de calificar la participación de Cataluña como invitada de honor al Festival Internacional Cervantino: excelente. El modo en que la próspera región autonómica española ha asumido su papel en el FIC ha sido ejemplar por todos los lados.
Cataluña, con sus 18 espectáculos, no sólo hizo palidecer en cantidad a China, el invitado de honor del año pasado, que sólo envío siete; sino que su calidad ha sido incontestable. En el Joselómetro son catalanes los dos espectáculos punteros, pero en cualquier otra clasificación más seria seguro que debe de haber por lo menos cinco en el Top Ten.
El retrato que me han dejado los catalanes es de una inventiva sin freno y una muy bien asimilada vanguardia, con gran amor a sus cultura. Antes, en la cortedad de mi ignorancia, se me hacía exotismo lo de hablar en catalán, pero ahora me he dado cuenta que es una lengua hermosa, rica, cálida que hasta da gusto oír.
Me ha gustado la irreverencia y desparpajo que lucieron los catalanes en los dos más grandes espectáculos que les ví ("Tirant lo Blanc" y Marta Carrasco), cualidades que también tuvo uno que no vi (y después de la reseña se me antojó bastante: "Pinzones y jilgueros") y, en una dosis mucha más discreta "Bartrian(n)a".
Total que ha sido una representación de lujo y que deja el listón muy alto para Québec, el invitado de honor para el 2009. Ojalá que la provincia canadiense también muestre el compromiso que tuvo el Institut Ramon Llull, que financió la participación de Cataluña con nada menos que 800 mil euros (eso es ¡¡¡13 millones de pesos!!! al tipo de cambio actual). Por ello es que pudimos tener el privilegio de ver producciones tan demenciales como el Tirant.
Moltes gràcies, Catalunya.
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