Desde el principio lo dije: poner a Café Tacvba, en el último día del Cervantino, que tradicionalmente es en el que se manifiesta la marabunta de la muchedumbre en pleno, y en la Alhóndiga de Granaditas ¡eso es valor!
Parece que le sufrieron los policías, pero afortunadamente las cosas quedaron en orden. Claro, prudentemente los Tacubos salieron al escenario 15 minutos antes de la hora, para conjurar el riesgo de "portazo" (más bien "vallazo") y parece que fue un gran concierto.
¿Merece Café Tacvba clausurar un Cervantino? A mi gusto sí. Es una de las agrupaciones esenciales en la historia reciente de la música popular de México. Es el único ensamble que ha sobrevivido intacto de toda esa ola de "rock en tu idioma" de principios de los noventa y al mismo tiempo ha mostrado una evolución muy clara y ha sabido reinventarse. Por ahí he leído comentarios despectivos de que "para la próxima clausuramos con la Banda Limón", y eso se me hace de una ignorancia tremenda y un no entender realmente quienes son estos muchachos.
Y vaya que hay evolución. Quizá nadie se acuerda en absoluto, pero Café Tacvba visitó el Cervantino por primera vez creó que por allá del 90 o 91. Todavía no sacaban su primer disco y eran una banda alternativa y rara que se presentó en un conciertito dominical en la Plaza de San Fernando para ¿qué les gusta que quepa ahí? ¿500 ó 600 personas?. De eso a tener sitiada la Alhóndiga por sus fans, hay mucho trecho.
Y vaya. Que hemos tenido un Cervantino sin un solo discurso. No hubo ceremonia en la inauguración y muchísimo menos en la clausura (¿cómo le hubiera ido al temerario funcionario que hubiera subido ahí?). Una buena muestra de flexibilidad de la organización, que también prudentemente echó la sección de invitados especiales y prensa hasta atrás (al cabo que Arturo Lara o Fernando Kleimburg no le entran al slam).
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