octubre 11, 2008

Cervantino. Día 2

¡Weeeeeeeyyyyyy!

Han de disculpar lo poco elegante de la expresión, pero es la única publicable de entre las que merece el genial despropósito de "Tirant lo Blanc", el espectáculo que he tenido por fortuna, suerte, premio del destino o lo que sea, poder ver este jueves en el Auditorio del Estado.

Mis expectativas se quedaron cortas. Calixto Bieito es un orate, de esos que buena falta le hacen al teatro. No se midió en nada y entregó una desenfrenada y radical fiesta escénica para modernizar a la más antigua de las novelas de caballería de la península ibérica (Tirante es más viejo que Amadís de Gaula, y eso ya es mucho). "Tirante" tenía casi 200 años cuando Cervantes escribió su Quijote y, obvio, era uno de los libros que Alonso Quijano tenía en su biblioteca.

Qué gusto que cuando las noticias nomas hablan de crisis y rescates financieros y te hacen sentir pobre nomás por leerlas, puedas ver una producción del calado de la del Teatre Romea y decir "aquí hay, y bien".

Me frustró terriblemente escribir la reseña de esa puesta en escena. Es que era demencial. Hubiera necesitado tres planas para hablar de todo lo que se vio ahí. Cada escena estaba recargadísima de elementos visuales, sonoros, literarios y a veces hasta olfativos que de plano ninguna descripción le haría justicia.

La epifanía sucedió a los, 8 ó 10 minutos. Todo parecía ser una cosa moderna, pero minimalista. Una pasarela roja enorme, una pantalla gigante LED al fondo, una organista-DJ entre las graderías y dos personajes parlamentando en catalán sobre los orígenes de Tirant lo Blanc.

Pero nomás llegó el primer combate y eso dio un vuelco pasmoso: entraron personajes que parecían se habían ido de la época actual al medioevo, incluyendo un boxeador malencarado (primer rival de Tirant), el escudero vestido de pants y un verborreico Diafebus que se parecía a Steve Carrell (simpatiquísimo) que hacía las presentaciones. Inicia el combate y llega una avalancha sonora con órgano trepidante y del cielo entra volando un personaje femenino cantando ópera. Y apenas era el inicio.

No hay drogas, pero sí sexo y rock & roll. Es una puesta en escena realmente festiva que maneja los ritmos escénicos con maestría: desde lo pausado y meditativo, hasta lo desbocado y salpicador. Deslumbrante y asombrosa y además con la ultra mami de
Beth Rodergas como la princesa Carmesina (es una cantante catalana que fue finalista de Operación Triunfo, para los que creíamos que los "Reality" no dejan nada bueno).

¿Mi escena favorita? La boda de Diafebus. Los invitados son presentados como si estuvieran en una desmadrosa pasarela de modas, mientras suena de fondo la canción "Sorry" de Madonna. Lloré de la risa y de sentir "es que esto no puede ser posible".

"Tirant lo Blanc" de Teatre Romea, con todo merecimiento, se cuela a lo alto del Joselómetro. A ver si el Deutsches Theater hace la hombrada de bajarlo de ahí, pero mucho me temo que acabo de ver el mejor espectáculo del FIC 2008.

JOSELÓMETRO AL DÍA
1. Tirant lo Blanc, Teatre Romea
2. Joan Manuel Serrat

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