Cubrir el Festival Internacional Cervantino es una de las cosas más emocionantes de mi labor como periodista. Salvo por la presión para entregar mi crónica al día siguiente y el cansancio físico que comienza a mostrarse hacia los 10 días de festival, me cuesta considerar esta jornada como “trabajo”.
Este año mucho menos, pues la agenda de cobertura del periódico no contempló que yo tuviera que cubrir la inauguración, así que estuve casi de paseo en Guanajuato.
El casi fueron las barricadas del Estado Mayor Presidencial para salvaguardar a Vicente Fox (tema de mi columna del 7 de octubre).
No pude ver, por eso, gran cosa de “Carmen” en la Alhóndiga, pero alcancé a darme cuenta que el asunto se veía mejor en el papel de lo que fue en realidad. No sentí click entre el público y el elenco de la ópera, encabezado por Fernando de la Mora y María Luisa Tamez. Además, la producción se me hizo tan… ¡ay, Dios mío! Los telones parecían decorado de festival de la primavera y los vestuarios lucían poco convincentes.
En el Juárez la cosa pintó mejor. Desde el inicio los BBC Singers nos echaron en cara lo que era un verdadero coro de cámara. Aunque fue un coro magnífico, disfruté más piezas orquestales de la segunda mitad despachadas por la OFUNAM, bajo la batuta de Odaline de la Martínez (me gusta pensar en ella como la hermana perdida y culta de Tongolele).
Lo mejor de ello es que disfrute sin tener que escribir de nada.
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