noviembre 16, 2006

A escena

Todavía con la polvareda del Cervantino levantada, ayer arrancó el Encuentro de Teatro León 2006, la muestra anual del quehacer escénico de la localidad organizada por los propios teatreros y el Instituto Cultural de León.

Aunque ha cambiado varias veces de formato y denominación (desde Muestra de Teatro Leonés MUTEA, hasta Concurso de Teatro Leonés), se trata del programa más antiguo del Instituto Cultural de León. Es incluso un año más viejo que la Feria Nacional del Libro, que lleva 17 ediciones.

Ha sido también uno de los más debatidos por la baja representatividad que ha tenido en la mayor parte de sus ediciones. Es decir, su programación se llena de grupos de los que el resto del año poco se sabe (varios de plano desconocidos) y, como un feo vicio, los grupos que más chambean muchas veces no están incluidos, a veces porque da la maldita casualidad de que no tienen obra montada y a veces por puro desdén, la mera verdad.

Este año hay 15 puestas en escena programadas de igual número de grupos. De ellos, seguramente sólo le dirán algo el Centro de Artes Escénicas de León (con más de un año de funciones continuas cada fin de semana en el Auditorio de la Normal Oficial), El Golem (joven grupo de Javier Sánchez que participó en el FIAC), el Taller de la Universidad de la Salle (uno de los grupos estudiantiles más activos) y Odissea Teatro, que celebrará sus 20 años de vida.

Muchos de los grupos son recién llegados al escenario, como Molieret, La Hidra, Séptima Especie, Mantis Mandala, CEPAC y La Cuarta Pared; algunos son colectivos de los que llevaba tiempo que no se sabía nada, como Teatro Escénico y aunque el nombre de El Escuadrón de la Muerte es una novedad, no lo es tanto su director, el inquieto Eulalio Nava.

¿Le sorprende que no esté incluido Luna Negra y San Banquito Teatro, las dos agrupaciones de mayor reconocimiento dentro y fuera de la ciudad? Ya ve entonces de lo que hablamos.

El Encuentro de Teatro es un asunto complejo porque al parecer no satisface a todo mundo, pero tampoco es posible poner de acuerdo a los teatreros, quizá el gremio artístico menos cohesionado de la localidad (desde siempre). El problema está en que no necesita lo mismo un grupo estudiantil que una compañía que ha sido becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes. Unos se conforman con ser vistos aunque sea una vez al año y otros quieren ser retribuidos de mejor forma.

Algún tiempo se realizó la muestra en forma de concurso, para así motivar más a los participantes, pero empezaron a ganar siempre los mismos y los demás se frustraban. Se volvió al esquema de exhibición no competitiva y se hizo evidente la falta de compromiso y excesivo amateurismo de la mayoría de los grupos que parecían ser flor de un día.

Quizá lo que necesitamos es no una sola muestra libérrima donde se vea de todo. Podría pensarse en una muestra de teatro estudiantil y otra de “Caras nuevas” de la escena independiente. Con los grupos consolidados se puede desde organizar otro ciclo más breve hasta fortalecer el programa Escena Activa, iniciado por el ICL este año.

Hacer del Encuentro de Teatro una experiencia más significativa para todos requiere del compromiso de todos sus implicados, desde los teatreros para definir un rumbo claro; el ICL, haciendo derroche de imaginación para hacer rendir los recursos y darle a cada quién lo que necesita y el público, para que no se espante con todo el embrollo y llegue a las butacas a apoyar con su presencia el desvelo de directores y actores.

Ciertamente no todos los montajes que se verán en el Encuentro estarán bien actuados, producidos o dirigidos, pero ¡pues es lo que hay! No podemos esconder la radiografía y así hacer de cuenta que el enfermo no está enfermo. Hay que partir de aceptar nuestra realidad y encontrar formas efectivas de remediarlo.

Ahora bien, resulta claro que en teatro, y en todas las demás disciplinas, no sólo basta un programa para ayudar al desarrollo de los creadores, pero es donde surge de nuevo el fantasma de la falta de recursos, o más bien, de conciencia de las necesidades, porque es evidente que sí hay lana para liquidar a funcionarios que siguen trabajando o a “secres del millón”.

Publicado en A.M. León el 28 de octubre de 2006.

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