Es sábado y nadie dijo nada. Laura Lozano entregó la oficina del Centro Cultural Guanajuato que dirigió por ocho meses y se fue, discretamente, a petición de Juan Alcocer Flores, titular del Instituto Estatal de la Cultura.
Y nadie dijo nada. El gobernador Juan Manuel Oliva, de hecho, al preguntársele por primera vez sobre el asunto, mencionó no estar enterado y que ya Alcocer le diría, porque él era el coordinador del rubro cultural del gobierno.
El doctor Alcocer, explicó, con retórica brillante, que la función pública trasciende a las personas y que en los gobiernos, todo mundo está de paso y es natural cambiar de gente cuando comienza una nueva administración.
Olvídese de la polémica generada, por ejemplo, con el caso del consejero del Instituto Estatal de Acceso a la Información, Ramón Izaguirre.
De Laura Lozano nadie dijo nada. A pesar de que, contrastando con la caballerosidad de la mujer que levantó la estructura organizativa del CCG, el Gobierno del Estado se mostró poco prudente e irrespetuoso de sus propios decretos.
Basta echar un ojo al decreto que formalizó la creación del CCG, el número 247, publicado en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado el 25 de noviembre de 2005, para darse cuenta que la ortodoxia se fue de vacaciones.
En él se define al centro como “un organismo público descentralizado, sectorizado a la Secretaría de Educación de Guanajuato”. Ergo, el CCG está al mismo nivel que el IEC, no está subordinado a él. En ningún lado del decreto se estipula que el titular del organismo estatal de cultura tenga injerencia sobre el CCG (sólo la tiene en la Biblioteca Central Estatal). Puede eso ser bueno o malo, pero así está escrito.
Ese mismo decreto estipula que es el gobernador del Estado quien nombra al titular del CCG, y por lógica, también lo desnombra. Bueno, pues aquí hemos visto que el gobernador primero no estaba al tanto y segundo, no fue él quién nombró encargado del despacho del CCG a Luis Serrano.
Tampoco hay indicios de que los consejos directivo (encabezado por el Gobernador) y consultivo (dirigido por Roberto Plasencia) del CCG hubieran estado al tanto del asunto. ¿Cuál será entonces la definición de un consejo directivo que no dirige y de un consultivo que no es consultado?
La ortodoxia mandaba que, siendo el CCG y el IEC instituciones de igual estatura en la estructura pública estatal, el gobernador hubiera nombrado nuevos titulares en ambas al mismo tiempo. ¿Resultaba extraño despedir a Laura Lozano cuando Oliva tomó posesión porque a los ojos del común de la gente el CCG apenas tenía 3 semanas abierto? Bueno, entonces quizá no era necesario darle las gracias todavía.
Podrá estar bien que Juan Alcocer coordine todas las instituciones estatales que convergen en la cultura y podrán estar bien sus ideas sobe el CCG.
Pero lo que no se vio tan bien fue que el titular de un organismo descentralizado le pida la renuncia al titular de otro organismo descentralizado. ¿Qué sigue? ¿El jefe del DIF estatal despidiendo a la jefa del Instituto Estatal de la Mujer?
Pero nadie dijo nada. Quizá porque Laura Lozano no es priísta, los diputados Antonio Chávez Mena o Bárbara Botello no se preocuparon del asunto; quizá porque no es perredista, su caso no llamó la atención de Fernando Arredondo o Arnulfo Montes
Y quizá porque no es tan panista como Alfredo Ling, es que Mayra Enríquez y Gerardo de los Cobos no la defendieron a ultranza.
Los que si han dicho algo son la gente común y corriente que a veces, hasta en tres ocasiones al día, publicaba su malestar ante la salida de Laura Lozano en la sección de Línea Directa. Fueron ellos quienes percibieron el valor del trabajo de “La Yoya”.
Lástima que, como dijera el rector Arturo Lara en una célebre ocasión similar: “El titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato no es un puesto de elección popular”.
¿Por qué alguien debería haber dicho algo? Porque la cultura en el estado no se merece la sospecha de ser manejada de forma discrecional, con la desatención del Ejecutivo y de espaldas a los consejos civiles, y porque por su trayectoria, Laura Lozano merecía mucha más cortesía. Por eso.
Publicado en A.M. León el 11 de noviembre de 2006.
noviembre 16, 2006
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3 comentarios:
Oye Luis, respeto tus comentarios pero creo que debes investigar más para saber las razones reales por las cuales se dió de baja a Laura (yo también estimo a la Yoya y me aguita por lo que está pasando)y no hacerla pasar por un mártir ante la sociedad.
Es una pena lo que sucedió pero por el bien del CCG era necesario este cambio.
F.J.DE LEÓN iguanomayor
desde León, Gto.
Hola, De León.
No es mi intención hacer de Laura una mártir, que ni falta le hace. Mi incomodidad es la manera en que se dieron las cosas.
Primero, quien le debió pedir su renuncia era el gobernador y no ningún otro funcionario. Segundo, ese movimiento tenía que haber pasado por los consejos directivo y consultivo y tercero, el CCG no depende del IEC y con todo esto pareciera que sí.
En eso estoy de acuerdo, Oliva debió decirle directamente la decisión que tomaron "todos los implicados" sobre Laura. Ya que no me chupo la idea que nuestro gober se tomo esta decisión solo sin preguntar a los empresarios que respaldan y ponen la lana del CCG.
Por otra parte, fue bueno que no dijeran la verdad sobre la salida de Laura, creo que si lo hubieran hecho la más afectada hubiera sido ella.
Ahora lo que queda, es que Laura demuestre que todavía puede ser líder de grandes proyectos y analice las cosas buenas y malas de su dirección en el CCG para así mejorar y que esto le sirva para los proyectos venideros.
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