Me causó gracia que alguien se hubiera tomado la molestia de criticar el nuevo logotipo del Gobierno del Estado en la sección de Línea Directa en días pasados. Pero el jueves que me llegó un boletín de prensa del Centro Cultural Guanajuato con la nueva imagen institucional me fui de espaldas.
Decir que menos de una quinta parte del espacio total ocupado por el logotipo está dedicado al nombre del Centro Guanajuato da suficiente idea del despropósito gráfico, pues las cuatro quintas partes restantes las ocupa el slogan “Guanajuato contigo vamos” (con tres tipografías diferentes) y un gráfico que da idea de las siluetas del estado y una familia de cinco miembros (¿qué nos estarán queriendo decir a los padres que no nos animamos a tener más de un hijo?)
Esta podría ser una discusión de un “freak” de la imagen corporativa y la comunicación gráfica, pero también puede ir más allá. Cuando se inauguró, el CCG tenía un bonito logo minimalista con tres hileras de cuadrados y rectángulos. Era elegante, contemporáneo, mesurado, con buen gusto y además, fruto de una selección y no una decisión de escritorio.
Todas esas virtudes podrían estar en el logo que adorna el boletín de prensa de marras, pero no lo están. Es groseramente grande, casi nada moderno y, sobre todo, con sus colores naranja y azul (repetidos también en una ola en la parte baja de la hoja) gritando PARTIDO ACCION NACIONAL.
Ya se sabe que es típico que los gobernantes impongan como color institucional de sus administraciones el del partido del cual emergieron. El hecho de que eso sea una costumbre y usual no ha hecho que sea correcto ni democrático.
Usar los colores de los partidos en gobierno lo denunciaban los priístas en Guanajuato y lo criticaron los panistas cuando jugaban en el bando de la oposición, pero se les olvidó ahora que cambiaron de cancha. Repito, no es correcto ni democrático.
Particularmente, en el CCG, usar colores de un partido político no honra la pluralidad de la sociedad civil que empujó este proyecto desde hace casi cinco años. Desde antes de que cayera un solo peso de las administraciones federal y estatal ya había gente picando piedra para hacer realidad lo que en un inicio parecía sueño guajiro.
Ahora resulta que, con todos sus detallitos, vamos a extrañar la administración de Juan Carlos Romero porque tenía un logo más discreto, basado en el escudo de armas de la entidad y en el apartidista y muy noble color púrpura.
El logo de la Ciutat de las Ciencias y las Artes de Valencia no ha cambiado con cada administración; tampoco el del Centro Nacional de las Artes de México ni el del MuseumsQuartier, de Viena. Si vamos a implantar tradiciones, mínimo que se vean más bien. ¿no?
Hasta China
La Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato cerrará este año muy lejos de casa. Resulta que la agrupación sinfónica dirigida por Enrique Bátiz (y muy aplaudida en su actuación del Cervantino el pasado fin de semana) realizará una gira de 12 presentaciones por China durante tres semanas de diciembre y enero.
La OSUG hará sonar en el país asiático, que este año ha sido prolífico en festivales dedicados a la cultura mexicana, tres programas diferentes con obras de clásicos como Beethoven y Mozart y de glorias nacionales, como Moncayo y Revueltas.
Vaya que es un logro para la orquesta guanajuatense, especialmente porque, con lo escrupuloso de su sindicato, los períodos vacacionales siempre habían sido sagrados y era más fácil hacer que pasara un contrabajo por el ojo de una aguja que renunciar a un descanso.
Fuera de broma, es un motivo de orgullo que la OSUG pise tierras tan lejanas y los chinos nos vean también como buenos productores de música y no sólo como clientes frecuentes de todas sus manufacturas.
Hijo pródigo
La doble ovación que se llevó José Luis Castillo, al frente de la Camerata de las Américas el pasado domingo en el FIC, es el mejor testimonio del reconocimiento y admiración que cultivó el joven músico valenciano cuando fue director de la OSUG.
Fue la primera vez que Castillo dirigió en Guanajuato desde que dejó la orquesta universitaria. Ojalá no haya sido la última.
Publicado en A.M. León el 14 de octubre de 2006.
noviembre 16, 2006
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