enero 21, 2009

Sisifo y el futbol

El pasado sábado tuve una asignación que no tenía mucho que ver con mis fuentes habituales: hacer una crónica del ambiente vivido en el Estadio León, en el primer partido en casa del equipo local.

Ya saben que yo soy un ateo del futbol, pero debo confesar que quedé sorprendido. Yo esperaba que con tanto escándalo, dimes y diretes sobre la franquicia y malos resultados, el público no acudiera. En lugar de eso, resultó ser que ese partido fue el tercero con mejor afluencia de la jornada en todo el fútbol mexicano, estando por encima de varios partidos de la Primera División.

Me quedó claro que aunque el León dure años en Primera División A, sus aficionados nunca le van a dar la espalda, por eso el símil con Sisifo y su piedra. Paradójicamente es esa fidelidad de la que se aprovechó para mal la guarrísima directiva de Pegaso, verdaderos campeones de la informalidad y el abuso. ¿Meterle dinero al estadio? ¿Pa qué, si así va la gente?

No conozco a los Batarse, pero me dejó buena impresión que le dieran esa buena manita de gato al Estadio, que creo que no lo retocaban desde el Mundial México 86. También percibí cierto buen gusto y mesura en su manejo de la publicidad dentro del estadio y en el uniforme del equipo, no como antes, que parecía que la directiva quería exprimir hasta el último centavo. Para muestra esa fachada penosa del Nou Camp de hace unos meses, que parecía tenderete de tianguis.

Se vio profesional la cosa, esperemos que sigan así.

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