
Tirant lo Blanc, de Calixto Bieito y Teatre Romea, en el Cervantino.
Ningún espectáculo me pareció más sorprendente, irreverente con causa, divertido, exhuberante, delirante, explosivo y con toque maestro. Si hubiera podido, me hubiera aventado todas sus funciones, con todo y que duraba más de tres horas el chistecito. Es el tipo de cosas que hacen que uno se sienta afortunado de ser periodista cultural.
Ojala el 2009 me traiga más regalos escénicos como este.
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