A la idea de construir plazas frente al Templo Expiatorio y la Catedral Metropolitana les ha sucedido lo peor y también lo más esperado cuando surgen proyectos de esta magnitud: demasiado ruido antes de tiempo.
Aunque no son proyectos nuevos, parecieran estar más cerca que nunca de hacerse realidad, pero no porque las autoridades municipales tengan ya lista la chequera y los planos, sino por la oposición, especulación y controversia que se ha desatado alrededor de ellos.
No es algo propio de León. En casi cualquier parte del mundo cuando se ha querido hacer una reforma urbana, retocar un edificio histórico o demoler otro, siempre hay quien diga no y sus razones no siempre son del todo inválidas.
El asunto es que se requiere mucho trabajo de gestión pública, buena voluntad y visión para encauzar esas inquietudes hacia un objetivo común. Lo que estamos viendo aquí es que no hay una voz cantante tratando de hacer ese cabildeo y obtención de apoyos. Es evidente que se trata de un proyecto complejo y será muy difícil darle gusto a todos.
Quizá uno de los argumentos más injustos es decir que no se puede gastar en quitar ese trabuco urbano que es el edificio Montes de Ocas habiendo tantos baches, drenajes insuficientes y vialidades obsoletas.
Guardar el dinero para tener las calles lisitas y rápidas es una invitación a irse de largo, cuando lo que necesita esta ciudad es lugares donde realmente podamos de nuevo detenernos a disfrutarla.
Lo dijimos alguna vez: los baches no se van a acabar nunca. Ya dejemos de andarnos preocupando por lo urgente y olvidando lo importante. Casi un siglo de historia en esta ciudad se nos ha ido en arreglar las calles, que terminarán agrietándose; poner drenajes, que terminarán reventándose y meter tuberías de agua potable, que nunca alcanzan.
En ese inter, no hemos creado hasta ahora ni un museo realmente digno de tal nombre; dejamos en el olvido nuestro principal teatro por décadas enteras; dejamos que las bibliotecas se hicieran añejas y no vigilamos adecuadamente a nuestros gobernantes para evitar que atentaran contra la identidad urbana de la ciudad permitiendo que se levantaran cosas como el Edificio Montes de Oca.
Lo ideal es tener las dos cosas (Oviedo), pero si la alternativa es una ciudad funcional (Zurich), o una ciudad bonita y abrazable (Morelia), perdónenme, pero yo prefiero lo segundo, porque estoy seguro que a los hijos de Adiel le hará más sentido y les llenará más de orgullo, tener un parque más que una calle sin baches.
No nos espantemos porque vayan a “usar nuestros impuestos” para pagar despachos que ahora han de andar en el triple de su costo normal. Ya los usan para pagar bonos y liquidaciones de secretarios del millón.
Y tampoco nos preocupemos porque se usa el dinero en crear plazas en lugar de tapar baches. La historia nos dice que el 90% de los gobernantes hace exactamente lo contrario. Por eso estamos como estamos.
Escenario natural
Ayer inició y hoy se inaugura formalmente el Encuentro Nacional de Artesanos, que por séptimo año convierte la Calzada de los Héroes en un escaparate para conocer y apreciar la creación artesanal de más de una veintena de estados del país.
Aunque tradicionalmente el evento está acompañado por un programa artístico, será la primera vez que los espectáculos se presenten en el recién renovado Jardín Niños Héroes, donde desde ayer se podía ver listo el escenario que repetía el mismo pecado cometido en el Festival de la Identidad.
Quizá no nos interese más que a cinco personas, pero teniendo como marco ya puesto la sobriedad de roca del monumento a los Niños Héroes, con sus agradables nuevas lámparas, ¿Por qué no usarlo de escenografía natural en lugar de taparlo con mamparas, tal y como se acaba de hacer una vez más?
Ningún telón o manta que se vaya a poner sobre esas mamparas, al fondo del escenario, va a poder competir en belleza y propiedad con el monumento. Tal vez alguien pensó que dejar el puro tapanco era demasiado simple, pero hay casos, como éste, en que “menos es más”.
Publicado en A.M. León el 2 de junio de 2007.
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