
Pero con Concha Buika en la Alhóndiga fue otro cantar. Qué bárbara vieja, que voz de escándalo y que carisma y sencillez. Es como para que todos los caguengues que quieren entrar a La Academia o Timbiriche la Nueva Banda se mueran de la verguenza y se dediquen mejor a la venta de oleaginosas. Rara avis esta mujer de raíces negras, pero criada en el Barrio Gitano de Palma de Mallorca. Nunca imaginé que la misma garganta que despachaba quejíos de flamenco fuera tan buena haciendo el scat (ese juego vocal sin sentido típico del jazz, bibibiri bop bop ya ya yaaa).
Obvio que toda la Alhóndiga se puso a sus pies y con toda razón, pues fue todo un agasajo, con todo y que nomás fueron 10 temas (incluyendo los encores), pero muy largos e intensos. Por cosas así es que uno deja de considerar trabajo esto.
Foto: Cortesía FIC.
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