octubre 22, 2007

El regreso de Dulcinea

Dulcinea Langfelder es una consentida de León. Fue una de las figuras de las primeras ediciones del Festival Internacional de Arte Contemporánea hace más de una década y ahora regresó como parte del FIC con "Victoria", una pieza tierna y ácida a la vez sobre la vejez.

Si Ginger Rogers, la clásica pareja de Fred Astaire en las películas, hubiera terminado en un asilo, supongo que hubiera sido como Victoria: una señora con Alzheimer cuya demencia la libera de la soledad y encierro que padece: platicando con las cortinas, llamando a su gato muerto y desesperando a su enfermero con sus tiernas ocurrencias. Un montaje muy emotivo despachado desde Canadá y que nos recuerda que la vida hay que disfrutarla mientras la tengamos... y hasta cuando las cosas ya no sean como antes.

Me tocó llegar tarde a la función y, por tanto, como es usual, esperar hasta que hubiera una pausa para entrar. Deveras que estamos muy malacostumbrados como público. Junto a mí esperaban unas señoras que se la pasaron atosigando a la edecán de la entrada de que las dejaran pasar, que no era justo que no les dejarán ver el espectáculo "nomás llegamos tarde 10 minutos" y cosas así.

Si supieran que en otros lares se cierran las puertas y no entra nadie (ni en el intermedio) desde 5 o 10 minutos antes de la función. Aunque claro, en otros lares, hay circuito cerrado para por mientras contentarse con ver el espectáculo en una pantalla. Mejor hay que llegar temprano.

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